Lo bueno del verano es que me da por pensar(te), meditar bastante hasta el punto de querer(te) saborear el Jet Lag de cuando llegó y de pronto simplemente marchó. Las casualidades dicen que si tienes suerte encontrarás a la persona adecuada que te dará tal hostia en la cara que entenderás que desde siempre hiciste las cosas mal. Y será la suerte de tu vida, créeme. Yo, personalmente, este verano quería brindar por todas aquellas personas que tienen heridas que lamerse, que no somos pocas, por las mentes fuertes que dan la cara cuando a los demás el miedo les retiene, brindar por los heridos, los soldados que a pesar de todo siempre van a la batalla.
Quiero beber tant cerveza que se me olvide hasta mi nombre y todas las personas que pasaron por mi vida, jugaron con mi bondad y mis buenas intenciones y decidieron darse la vuelta en el camino. Quiero sentir pena por aquellos que retrocedieron en lo aprendido y pasaron de ser alguien único a lo que fuera que fuesen antes de ello (que no me importa). He decidido, después de meditarlo mucho, que voy a ser fiel a mis principios, no me andaré con las niñerías ni haré tanto caso a los sentimientos que no sirven más que para joderte. Construiré mi pequeña casita de piedra y nadie tendrá las narices de llamar a la puerta siquiera. Digamos, educadamente, que esto son los pensamientos de una mente cansada, de alguien que ha decidido que se la resbala y que de una vez por todas, va a ser libre y volará sin nadie que le lleve de vuelta a la tierra. Tengo armas con las que defenderme de aquellos que traten de jugar con mi mente. Siento ser tan radical, pero me he cansado de ver caras largas, palabras falsas y promesas destrozadas.