Todo hizo un clic en mi cabeza. De un día para otro decidí que no lo quería soportar más. Las cosas habían cambiado, había sentido más que en toda mi vida. Amores de verano, de esos que saben a piel salada, donde hacía el amor entre las olas, donde el límite estaba en el último rayo de cada atardecer. Despedidas que nunca supieron a punto final pero que no me quedó mas remedio que aceptar. Personas con las que sentí un amor más fraternal, que se convirtieron en un apoyo incondicional. Pero me hicieron descubrir que es lo que no quería. Jamás he sido dependiente, jamás he necesitado de un orto ente para hacer todo aquello que me propongo. Por eso cogí las maletas, cogí la vida por los cuernos a pesar de las astas, a pesar de que sangrara y me dije a mi misma "Te mereces lo mejor".
Quizás fue porque los planetas decidieron alinearse este año, quizás me pasé de manifestar. Pero puedo decir firmemente que todo empieza a tener sentido. De las cosas que quise, todas se han cumplido, quiero entender que porque cuando abres las puertas de tu corazón, las energías llegan solas. Si es que tiene algún sentido. O que ya era hora de que el Karma me devolviese todas las que he tenido que aguantar. Me veo rodeada de amor, aceptando que el único amor que vale la pena es el de la amistad. El de aquellos que a pesar de la distancia me saludaban a lo lejos, me aplaudían y siempre se sintieron orgullosos de aquello en lo que me he convertido. Y yo me siento afortunada de poder formar parte de sus mejores, e incluso peores momentos.
Pero cuando menos me lo esperaba, el roce de una mano me hizo sentir cosquillas. Aprendí a ser paciente y a creer en mis principios. Decidí confiar. Me sentí escuchada, comprendida. Y me di cuenta de las grietas que no había sanado. Porque era incapaz de creer que alguien estuviese interesado en cada una de las palabras que salían de mi boca. Que se pusiera nervioso al verme como la primera vez. Que los besos fueran solo de despedida porque "lo mejor es para el final". No esperaba que una persona hiciera kilómetros aunque fuese para verme un rato. Ni que el respeto estuviese por encima de los deseos. A pesar de que yo me muera por un suspiro. Y eso que nunca fui una persona de contacto físico. Pero amo las cosquillas en la mano mientras conduce, cuando parece que sus ojos están cerrados de lo mucho que sonríe, cuando ríe porque me enfado quejándome de que no me ha abrazado mientras dormía. Que insista en que "nos estamos conociendo" pero no sabe que yo le llevaba esperando una vida. Porque no lo necesito, pero saca lo mejor de mi. Me hace sentirme orgullosa de mis pasos, me apoya. Me hace creer que puedo con todo. Y cuando lo consiga, espero que esté a mi lado. Porque será mi mayor logro.