y tu mirada, clavada como una estaca
confundiendo mis pensamientos de poder estar enamorada.
Fueron más monótonas que tus cuatro besos,
más amargas que una tarde en la plaza de Sol.
Las hubiera cambiado por aguas de un claro azul
y las horas fotografiando los reflejos de luz.
Pero me tengo que conformar con tu sonrisa ladeada,
los domingos de poesías y armas blancas
y la eterna esperanza de que las cosas cambian.
Que eterna es la espera, como este Agosto en Julio,
como soñar con polos helados torrandote de calor.
Algún día me cansaré y alzaré el fuego,
acabaré con la tregua de paz en mi cuerpo.
Hasta entonces, que sean banderas blancas
de domingos asomándonos a la ventana
y perdiendo el norte como perdí mis alas.
Hasta que tenga algo que demostrar.
Me he vuelto adicta a muchas drogas
como viajar, beber, respirar, oler(te),
al majestuoso y amargo café,
la hierba buena que adornaba mi té,
y jamás ninguna podrá apreciarte.
Porque eres esa clase de persona que no cree en el rencor
por lo que no está preparado para luchar por amor.
No serías capaz de defender tus finales
sin de paso alguna que otra de tus amantes.
Y es que me entristece tanto que he decidido olvidarte,
quererme un poquito más antes de que tu gilipollez me mate.
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