Nos vimos otra vez, ha sido como si no hubiese habido esa pausa en nuestras vidas, como si no hubiese habido todo ese profundo silencio entre nosotros; no sé hasta que punto me alegra o me entristece, me ha sorprendido el hecho de que fueses tú quien terminara con ese abismo entre ambos y me alegro; es decir, me revivió y me rescato.
No sabía cómo actuar y guardé la compostura, pero confieso que quería correr a tus brazos, decir que te extrañé, que estos días de todo en el fondo no eran nada sin ti sosteniendo mi mano, sin nosotros riendo a todo volumen entre las calles, siendo dos locos entre la gente; quería decirte que estoy enamorada de tu desorden mental que se entiende perfecto con el mío. Sin embargo sólo quise y mi actitud fue de quien no siente mucho.
Debo culparte un poco por ello, has hecho que ponga en calma mis emociones, que de vez en vez la demuestre y otras tantas sólo las deje en eso y no en acciones, porque eres impredecible como sólo tú sabes ser y en este encuentro de quién sabe cuánto tiempo y de quién sabe qué emociones; sólo quería disfrutar tu compañía, el vernos en cualquier cristal caminado juntos, sentir que no había ni importaba nada más.
Quise dejar todo pensamiento de lado y había fluido bien, pero quién puede dejar de pensarte cuando te metes a la cabeza e indagas hasta lo más profundo; cómo puedo intentar sacarte de cualquier parte de mi cuerpo si vives ahí en todas partes, me costó notarlo, pero en ese preciso instante en que me abrazaste, lo comprendí… Porque vibraste hasta salir por mis ojos.
De pronto el día estaba acabando, no podía seguir así, tan llena de dudas, pero tú nunca has sido de los que se sienta a hablar y esta vez lo agradecí cuando con un beso tranquilizaste mis dudas y aceleraste mi corazón y sin darme cuenta encendiste todo eso que había puesto en pausa durante el día…
Ahora estoy aquí desbordándote en letras y desbordándome también a mí, teniendo miedo aún porque eres completamente diferente a mí y enloqueciendo porque eso mismo es lo que me enamora de ti y al mismo tiempo, dejando a la locura, al miedo y a las dudas de lado; porque al final, sólo quiero quererte , porque al final te quiero más de lo que temo y te pienso más de lo que dudo…
Al querer escribirte tanto, me doy cuenta que me es difícil detenerme y luego pienso que es un disparate escribirte así, porque lo que siento por ti es más que todo lo que dice aquí, es más de lo que en toda mi vida podré decir.
Aunque sé que tienes muchas cicatrices, alguna más abierta que otra y son los límites que te pones. Me gusta quién soy, me gusta en lo que me he convertido y me gustan las batallas por las que he tenido que luchar para llegar hasta aquí. Y no tengo intención de cambiar, al igual que me siento incapaz de pedirle a alguien que haga eso por mí. Porque somos seres libres y no se nos puede privar de esta libertad. No podemos exigir un cambio, quizás adaptarnos. Y eso es lo bonito. No pienso pagar las deudas de otra persona y cargar con la culpa. Porque las heridas del pasado son para tratarlas con quien te hizo daño, yo solo puedo curarlas y esperar a sanar. Me niego a esperar eternamente un acto natural para dos. A cambiar, porque me gusto como soy. Aunque no me conozco, no conozco a la persona que describes cuando nos fallan los argumentos. Quizás eso es lo que más duele. La falta de capacidad de ver más allá de lo que queremos ver, porque a veces es más fácil echarlo todo a perder. Yo es que soy de sentimientos. Aunque obviamente eso no es lo que dice la persona que crees conocer.
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