Me dijo, te arrepentirás de amar a Ariel. Nunca ame a Ariel. Porque Ariel era yo pero mejor. Era incapaz de odiar y cuando mostraba pinceladas de rencor se arrepentía. Y daba otro trago a su cerveza. Y otro. Y otro. Y cuando se terminaba pedía otra. Se apoyaba en la mesa y me invitaba a su fiesta.
Ariel, que nunca lo entendiste pero fuiste el regalo más preciado que llegó desde el infierno. Porque podías serlo todo o nada. Podías ser mi bendición o mi maldicion. Tenía que elegir.
Era una vida sin ti o una vida sin ella. Pero ella limpio con sus manos el baho que empañaba el ser feliz.
Nunca me dijo la verdad. Y se lo agradezco. Porque Ariel desempeño tu papel en esta obra tan miserable. Me hizo crecer.
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