Recuerdo estar subiendo a ese autobús y tus palabras tan claras: eres un libro abierto, ese es el problema. Por una vez en mi vida me planté y dije NO. Ese no es el problema, el problema es que vivís demasiado asustados a la verdad. A ti que te gustaba causar buena impresión, yo no era más que la rebelde que hacía Troya arder. Y eso te repateaba, a tu madre le encantaba.
Ese día aprendí una gran lección y tu perdiste a quién te haría volar, pero entre tu y yo, no valías la pena. Ni tú ni tus perdones. Porque en esta vida debemos rodearnos de gente que nos haga crecer y tu no soportabas verme volar.
Ahora mis alas están heridas, se les ha olvidado esa sensación. A veces siento que todo eso puede cambiar ¿Sabes? me he visto correr llena de ilusión por ver amanecer, he despertado bailando. En ocasiones me apetece llorar. Es lo bonito de ser humano. Me conozco, me han forzado a valorar. Aunque todo tiene su arma de doble filo. Y es que ahora con quien me acuesto no sé si lo amo o no lo soporto. Es una lucha constante de que quizás si pero serás mi siguiente decepción porque... mírate ¿cuál es tu aportación a todo este desastre? Caos, dolor. En ocasiones valor ¿no te cansas?