Fue un suspiro. Todo comenzó así. Se me heló la mirada frente a unas palabras que no llegué a comprender, pero sí. ¿sabes ese momento entre la cabeza y el corazón? La cabeza lo entendió, el corazón se rompió. Suspira. Here we go. ¿Recuerdas la última vez? ahora lo haces a solas, no por valentía, no es cobardía. Es vergüenza. Llevan diciéndote años que no valen de nada, que otra vez ya estás. Algo que era natural se convirtió en frustración. Eso te cambió. Hasta el punto en el que estás ahora. O estabas. No lo sé. Es todo tan confuso. A veces sí, a veces no. El caso es que quiero que aprendas una cosa. Eso que haces, eso que sueles hacer cuando te rompes: Hazlo a solas, que nadie lo vea. No porque sea una vergüenza como tu te piensas. Es que eres débil. Y no tienes nada que demostrarle al mundo más que a ti. A ti te pido que te hagas un favor. Respira y recapacita. No sabes si vale la pena siquiera. Sabes que sí, pero no. Sabes qué quieres, pero no. Y así todo. Si pero no ¿Cómo no vas a estar confundida?
Me declaro en guerra y tu eres el enemigo, tu y tu absurda hipocresía. Nadie hubiese apostado por ti y aquí estas hundiendo todos los barcos, lanzandote al precipicio. Lo tratamos, lo hablamos, este no era el pacto. Estás hasta arriba de ron, pirata de lo insensato, otra vez lo hiciste volar. Y ahora dime ¿Qué hacemos con el barco? Porque ya zarpo sin un rumbo más que el que dictó tu corazón.
Quiero desprenderme de ti, quiero volar. Con todas las heridas que eso conlleva y si hace falta las lameré. Porque mi rumbo nace de lo insensato, de lo que se sale de la normalidad. Eso hace tiempo que perdió su significado. Llevas tiempo atando a este demonio que no hace más que llorar. Te aferraste a los atardeceres pero siento decirte que no fue la luz, era el sol. Yo ya zarpé de la orilla, lo siento, pero te dejo en libertad.
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