A veces me gustaría ser más plana, más superficial. Te juro, así como un cacahuete, medio vacío. Que nada me afectara. Pero no, por desgracia no es así. En esta etapa me da más por sobrepasar, quizás es por el tiempo que paso sola, quizás por todo lo que estoy descubriendo. Hay cosas que cada día tengo más claras, otras que poco a poco me hacen dudar. Lo que si veo es que da igual donde vayas: se han terminado las ganas de amar. Las personas no se enamoran, las personas se Individualizan. Ya no hay un nosotros, hay un tu y yo. Hay dos personas independientes que buscan hacer las cosas por separado con la comodidad de tener a alguien con quien volver. A mi eso no me gusta. No digo que no seamos independientes, que no nos amemos a nosotros mismos. Pero echo de menos los momentos en que las emociones estaban por encima de todo, del trabajo, de la viuda. Cuando la gente recorría kilómetros por encontrarse con otra persona, cuando eran capaz de dejar un mundo entero solo por amor. El otro día vi un carrusel de fotos en Tik Tok que hablaban que hay que enfocarse en uno mismo, en comer bien, en ser el mejor porque el amor como los conocemos no existe, solo el que sentimos por nosotros mismos. Y te juro que me hizo llorar. Porque no lo quiero ver así, no quiero que sea así. Quiero un amor romántico, una persona que me inspire, que me redescubra, que me haga sentir mejor. Una persona que haga brillar mis ojos cuando se acerca, que me saque de mis casillas, que sea pasional. Una persona que no tenga miedo y esté dispuesta ha avanzar. Pero me da miedo, tengo la triste sensación de que nunca pasará. Porque soy demasiado intensa, porque voy de frente, porque no quiero perder el tiempo. Porque soy de las que siguen soñando. Soy la persona que todos admiran, que todos quieren pero nadie se queda. Soy la que nunca es elegida y se queda con el corazón roto en mil pedazos