Es bueno saber que hay cosas que no cambian, a pesar del frío siempre podrás coger una manta. Y pasar la noche en la terraza observando alguna azotea iluminada con un vaso de leche caliente y soñando, soñando lo indeseado, soñando la tentación, queriendo caer en el pecado. Quería tanto un abrazo suyo, un beso... que pasé al extremo de no querer nada. Y una vez que tienes eso delante, vuelves a caer en la adicción de la musa. Es entonces cuando pierdes el control y harías cualquier cosa por ella.
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