
Ya hacía que no me temblaban hasta las pestañas y no precísamente de frío porque el contacto con
tu piel era suficiente para cualquier humano. Necesito vivir estremeciéndome ahora que
he cambiado el enfoque, ahora que al punto final le siguen dos puntos suspensivos. Ahora que me dejo llevar a ojos cerrados, sacando de los bolsillos estas manos que se alargan hacia tu lado de la mesa queriéndo acapararlo todo sin dejar rastro de un
tu y un de mí. No quiero saber como acaba ya que ni siquiera tiene comienzo, quiero vivirlo, sentirlo, recordarlo, escribírtelo o mejor dicho,
escribírmelo. Mordiéndome los labios cuando me replicaste
"nunca digas nunca". Negaste la posibilidad de que nuestros labios se volviesen a besar.
Nunca digas nunca... amigo mío. A mí siempre me gustaron unos labios con sabor a tabaco,
te estás perfeccionando. Pasará el tiempo para que alguien juzgue la situación por no saber enténderlo. Me hablan de
amor, yo les estoy hablando de
gramos.
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