Hay algo dentro de mi. Algo que se esfuerza en hablarme y decirme, que pase lo que pase, estaré bien. Solo tengo que cerrar los ojos y dejar de pensar. La solución al conflicto es simple, no hay que darle vueltas. O lo tomas, o lo dejas. Mientras, sigo con mi lucha interior y me acuerdo, me acuerdo de cuando me dijeron que "¿por qué? ¿Por qué siempre en estas fechas?". Entonces sonrío. Quizás sea la nostalgia, la falta de una dosis de afrenalina, algo que me haga sentir viva. No, no es eso. Es volver a ser yo misma. Siempre encontraba mi camino en un único sitio. Y otro año más, no lo volveré a pisar. Quizás sea eso. Quizás no sea falta de tiempo. Aquel campo de Malasaña quedó olvidado y grabado en un libro prefabricado con amor. Ahí está. Mi historia, mi lugar. Mi propio yo. Olvidado y enterrado por miedo a fracasar. Me sé la historia, se como va. Sé que es lo que quiero, lo que tengo y hasta dónde puedo llegar y decir "no puedo". Puede pasar el tiempo y nada va a cambiar. Hay secretos, lo sé, o no, yo no los llamaría como tal. Son mi forma de ser, escribo rápido, ahora mismo soy consciente de cuanta falta me hacía esto. No pensar, dejar que fluya. Dejar que fluya la frustación, el haber perdido tanto amor. Sentirme defraudada con lo que no soy, con lo que he llegado a ser y no he podido cambiar. Las palabras, las personas, los cambios, el dolor, la preocupación, responsabilidades y sentimientos me han llegado a frustrar, a hacer que me encierre en un yo que en realidad no existe. Las modas, las malas miradas, este asco de sociedad, las noticias, esa asquerosa utopía que nunca existirá. Y es que no sé de que va. ¿Qué escribo? Esta vez, puedo decir que aunque mis palabras estén amontonadas y sin sentid, sé lo que pienso y lo que quiero. Y son horas de pensar, de decir, este no es mi lugar, no quiero estar rodeada de estas personas y no quiero más que ser mi propio héroe que me pueda salvar. Se acabó, se acabaron las tonterías y el que pasará. No pasará nada. Punto final. Nadie va a dictar mi camino, no es que lo hagan, esque es este sentimiento el que me encierra. No puedo. No con esto. Estoy sorprendida conmigo misma. ¡Qué coño! Esto es de lo más normal. Miro hacia arriba y me encuentro sonrísas. Y ninguna es mía. O quizás sí, pero es que la confianza acabó por acabar con ella y con lo que tenía. Yo no quiero ser así. De hecho, no soy así. Nunca me he considerado fuerte y para que engañarnos, no lo voy a ser ahora. Fuertes son los que son capaces de hacer frente a sus dudas. Yo simplemente huyo de ellas. Porque es más fácil dar rodeos que avanzar, quizás el camino es más largo pero tiene el mismo final. Recuerdo las lágrimas cayendo por tu rostro
cuando dije que nunca te dejaría ir, recuerdo que dijiste, “No me dejes aquí a solas”. El sol se está poniendo, estarás bien, nadie puede herirte ahora. Ven luz de la mañana, Tú y yo estaremos sanos y salvos. Conversaciones con mi personalidad, será verdad que tengo un trastorno bipolar. Pero son estas estúpidas situaciones las que me cierran. Y luego es la confianza que se desvanece, no soy capaz de hablar. No he dejado de amar. Simplemente lo he olvidado. Porque si no se riega a diario, algún día marchitará. Silencio. ¿Escuchas eso? Sabes lo que es, no hace falta ni que lo mencione, simplemente, agárrate...
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