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jueves

Me comen las ganas de comerle con la mirada, de pensar que algún día mis instintos se desaten y no le vuelva a soltar. Me puede la tristeza de creer que puedo perderle. Pero me supera la alegría que me proporciona su sonrisa, siempre tan atenta, la de tonterías que puede soltar por su boca y yo me quede escuchando como si jamás hubiese estado tan loca. Como si fuera un templo en este infierno. Es como si la muerte existiese después de esta vida y me da por pensar ¿como uno puede sentirse tan vivo?  Sin la necesidad de ocultar quien eres, sin miedos, tan trasparente como el agua del mar. Y esta estúpida necesidad... Va a hacer que me vuelva loca. De acariciarle, tener su rostro en mis manos con el único pensamiento de como he podido tener tanta suerte. De sentirme querida en cada uno de mis pasos, de sentir maravillas a su lado, de que silencios que más de uno acusaría de insanos para mi son lo que me hacen bajar las manos. Y mostrarme como soy, sin tapujos ni engaños, con la maldita necesidad de ser más allá de lo que pueda mostrar. Veo un garabato en el mapa y no se como, apareces tu.

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