Un día mi madre me dijo "no hay mayor sentimiento que el dolor". El dolor te hace fuerte, pero te desgarra. Te parte en dos y te hace recordar. Después no será más que un recuerdo mal grabado. Hay personas que llevan el dolor grabado en su rostro. Y ese es el tuyo. Cada vez que te veo. Cada vez que escucho tu nombre. Cada vez que pienso en ti. Y ojalá se volviese efímero. Ojalá fuese ese recuerdo. Pero cada vez que te veo te siento. Siento todo aquello que quisimos ser. Y no pudimos. Y lo sentimos, de verdad que nos arrepentimos.
A ti te encantaba sacarme de mis casillas y yo, que nunca estuve a gusto en ellas, me peleaba con tus ganas de serlo todo en un mundo en que no teníamos nada más allá de las ganas de volvernos locos, y trazarnos a versos a golpe de bisturi en la espalda. Terminamos como empezamos, de repente, pero con el alma hecha pedazos, con la decepción clavada en el cuerpo, con la desilusión cubriéndome los ojos.
A ti te llenaban de orgullo los versos de dolor porque al menos en aquel instante, alguien latía, y era por ti.
Pero lo cierto es eso, que no fuimos más que un puñado de versos, una historia de amor imposible, algo que contarle a mis adentros. Unas lágrimas a desatiempo, y un pasado del que ya apenas puedo entender. Fueron inciertas mis ganas de más, fue demasiado, fue innecesario,fue injusto, fue todo lo que nunca tuvo que ser.
Pero fue.