Eras mi otoño, aquello que me mantenía despierto. Eras la magia que dejó de ser magia cuando desapareció. Al igual que hiciste tu. Me atreví a llamarle Noviembre y Noviembre se marchó, pero nunca me olvidó. Su ausencia me trastocó, no pensaba en más estaciones ni en la magia de volver a soñar. Quería seguir una línea en mi camino y quererme un poquito más.
Llegó Diciembre y con él el frío. Pero era cálido a pesar de su palidez. Era como tener atrapado al sol en su pelo y la savannah entera en su piel. Yo no quería Invierno y él siempre pedía permiso. Entonces repetí "esto ya lo viví, sé cómo acaba". No acabaste, te quedaste en las pocas horas libres que podía dedicarte, me alegras las mañanas, los días y las noches. Me hablas de tus inseguridades y conocer las mías es cómo estar en palacio.Me besa en la frente, me coge de la mano, me abraza cuando menos me lo espero, incluso si estoy durmiendo.
Entonces llegan las inseguridades. No te conozco. No sé nada de ti y lo sé todo. Y tú lo sabes de mí. Te marchas y yo no sé decir una sola palabra.
¿A dónde ibas a ir? Sigues aquí y no lo iba a decir. Pero sabes lo que te quiero decir.
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