Ayer vi la película "Cualquiera menos tú". Tenía muchas ganas de verla porque me dijeron que era una película optimista, tierna y con su toque de humor. Razón no le hizo falta. Salí con una sonrisa en la cara, con algún que otro suspiro. Y es que la verdad, el amor como lo pintan, es difícil de encontrar. El amor ingenuo, la conexión de dos desconocidos que se vuelven locos las primeras horas de cruzarse. Arriesgarlo todo, hacer ese acto de locura que te demuestre que vale la pena. Existe, lo sé. Pero creo qué es difícil de encontrarlo. Escasea en un mundo donde a medida que pasa el tiempo, estamos menos comprometidos incluso con nosotros mismos. Donde la vida qué más importa es la que vivimos a través de la pantalla y no a través de nuestros ojos. Un mundo donde las personas no indagan en sus emociones y sentimientos porque creen que la vida es más sencilla así. Porque es mejor pararse y que la vida pase, dejar que nos sorprenda a buscar un motivo por el qué vivir. Creo en el amor y qué hay personas que se vuelvan locas por experimentarlo. Al menos yo lo hago. No sé si sería capaz de saltar de un tren en marcha, pero seguramente no dejaría marchar al tren. Y arriesgaría un poco, solo por sentir. Porque prefiero un minuto de puro éxtasis a una vida sin la electricidad que recorre tu cuerpo cuando cruzas una mirada, cuando entrelazas las manos. Cuando hay contacto y escuchas un corazón palpitar. Soy fiel creyente de que hay coas en la vida por las que vale la pena arriesgar.
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