Si te digo la verdad, llevo tiempo con el piloto automático. No tengo muy claro cuál es la dirección que estoy tomando pero cada día estoy más orgullosa del camino que poco a poco voy trazando. No me puedo creer que a día de hoy dentro de un mes este mirando otro cielo. Los mismos edificios de Madrid con los que antes soñaba, imaginas tener una casa en el centro, decía. Ya no puedo soñar con ello. Creo que nunca será posible. Pero me hace muy feliz pensar otras posibilidades en este mundo. Posibilidades tan grandes que ni siquiera puedo pensar en ellas, solo con conseguir aquello que siempre he deseado: felicidad. La tranquilidad de ver el mar, la tranquilidad de estar yo conmigo misma y pensar que no me hace falta nada más. Tengo miedo, eso no cabe duda. Pero qué bonito es este miedo. Llevo meses pensando en lo rota que estoy, en como día a día sigo recogiendo los pedazos que todavía no recompuse. Yo que creí firmemente en el amor, hoy en día no creo en él. No de la manera que yo pensaba. Existen otros tipos de amores, por supuesto. Principalmente el de mis amigos, que son los que me hacen realmente feliz y los que me apoyan en todas mis decisiones. Pero ya no creo en el amor romántico como creía antes, no creo en las sonrisas que te vendrán a buscar a un aeropuerto y que se ilusionaran por tu llegada. No recuerdo la última vez que sentí mi corazón latir con fuerza, nerviosa de volver a ver a alguien. A veces lloro muy fuerte, me abrazo a mí misma porque sé que es la única compañía que siempre tendré y pienso que fue muy fácil vencer. Pero a diferencia de antes ya no tengo miedo. No tengo miedo a volver a caer, no tengo miedo volver a ilusionarme. Porque sé que no sucederá en mucho tiempo. Pero qué bonito es volver a nacer, aunque sea con las alas rotas.
sábado
viernes
Son de amores
Se me había olvidado que por las noches leer me sobreexcita hasta el punto de que me cuesta dormir. También me hace pensar en todo aquello lo que he vivido como si fuera una gran novela, como las películas mentales que me monto a diario en mi cabeza. Leyendo los siete maridos de Evelyn Hugo llevo días pensando en quien fueron un gran amor para mí. Cuando era más joven solía decir que me enamoraba de las personas, de su personalidad, de su alma. Era capaz de perjurar que me había enamorado en innumerables ocasiones. Y quizá era verdad. Pero si tengo que hablar de las personas de mi vida, diría que son dos. Actualmente solo he tenido dos grandes amores y que diferentes fueron. El primero he de decir que siempre lo recordaré con mucho rencor. Algunos dicen que nunca lo he perdonado. A decir la verdad no pienso que tenga que perdonarlo. No creo que tenga que perdonar a la persona con la que pase mis 20 y decidió destruir todos mis valores y los pilares que había construido. Empezando por la confianza, la cual para mí siempre ha sido lo más importante, pero con el tiempo me di cuenta de que a pesar de que pensaba que nuestra relación era increíble, nunca hubo comprensión. Ni él quiso comprenderme ni yo quise hacerlo. Se habla mucho de que las personas tienen que escucharse entre ellas pero se habla poco del lo importante que es la comprensión. Sé que lo amaba, porque por amor haces muchas estupideces. Como romper tus principios, por ejemplo, aguantar cosas que nunca pensaste que podrías tolerar. Y ahí estaba yo con el corazón roto, sabiendo que la única persona a la que había amado de verdad, no solo me había sido infiel, sino que me vino con la excusa vagal de que era la mujer de su vida y que nos íbamos a casar. Esto me hizo pensar en lo poco que me conoce la gente. También me lo hizo saber mi segundo amor. Me da la sensación de que la gente no comprende que no puede poner en tu boca palabras que nunca has dicho. “ Es que tú lo que quería era una familia, un matrimonio y unos hijos “. Jamás escucharás estas palabras salir de mi boca y cuántas veces han pensado que es lo que quiero. “ No sé lo que quiero, en su momento quise formar una familia, ahora no lo tengo tan claro“. Creo que las personas están equivocadas con el concepto fluir. Todos creen que fluyen porque no le dan valor a las relaciones que tienen. Fluimos por no ponerle un nombre a la relación o evitar ponérselo. Fluir es que cuando las chispas surgen con una persona, te dejes llevar y luches por ello porque te recuerdan que estás vivo. Tienes que recordar esa sensación, esa emoción, y aferrarte a ella hasta que muera. Entonces serás consciente de que has hecho todo lo posible y has amado con todas tus fuerzas. Pero que ese amor fue de verdad. Soy una persona que sobre piensa mucho pero tiene muy claras sus emociones y sentimientos. Y lucharé por ellos siempre que haga falta. Pero a pesar de que sobre piense mucho, cuando amamos a alguien de verdad no me planteo ni siquiera cuál es el futuro que quiero con ellos. No me importa el futuro mientras estemos juntos. Una vez dije que mi mayor sueño era envejecer al lado de alguien y poder ver todos los atardeceres del mundo. Nadie me escucha. Nadie se interesó lo suficiente por saber qué es lo que quería, simplemente asumía que yo quería lo que todo el mundo quería. O lo que hasta ahora estaba bien visto. Ni siquiera sé si quiero ser madre, ni siquiera sé si quiero formar una familia porque la familia la tengo ya con los amigos que he ido creando a lo largo del tiempo. Yo solo quería despertarme todas las mañanas apoyada en el pecho de alguien que sintiera que me amaba de verdad. Creo que las personas son incapaces de escuchar a los demás y piensan en su propio miedo.
Y el miedo de verdad que nos come. Con lo bonito que es amar sin límites, de manera pasional, de manera que te consuma. Así fue mi segundo amor, o esa es la sensación que me dió. Porque con el tiempo llegué a pensar que estaba equivocada, que de tantas veces que me dijo que idealice nuestra relación, pensé que a lo mejor me lo habría inventado todo. Pero yo sé que no estoy loca y sé de sobra lo que sentí y la persona que conocí en su momento. También recuerdo todos los momentos que pasamos juntos como si fuera una película. Y también admitiré que en mis momentos más tristes mis retinas me alimentan con ellos. Fue un amor espontáneo, para mí bastante sincero, en el que sentí que podía ser yo misma sin que nadie me juzgara. Admito que en ocasiones tuve miedo por no saber cómo reaccionar. Pero como dijo Billy Joel es una cuestión de confianza. Y lo que me arrebató mi primer amor me lo dió mi segundo. Y no me arrepiento de ninguna de mis historias, aunque mi corazón siga hecho pedazos. Es complicado hacer como si nada cuando tienes el corazón roto. Eventualmente en algún momento acabará sanando pero hasta entonces me está costando. Y sé que no quiero amar como ame a mi primer amor, pero también sé que no habrá un amor como el que tuve con el segundo. Seguramente, aunque el tiempo pase siempre recordare este segundo como una de las cosas más bonitas que han ocurrido en mi vida. Así que puedo concluir que aunque estas cosas me duelan, que aunque llore solo de pensar en su sonrisa, que el contacto cero a mí nunca me hizo nada, no cambiaría absolutamente nada. Porque de verdad fui feliz. Y ese será el amor que para mí vale la pena.