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lunes

No me canso de discutir acerca del amor. Podría tomar argumentos de novelas, cuentos, películas, obras jamás escritas, historias cercanas, todas tan especiales. Pero sin duda, me duele escuchar cuando alguien me confirma no creer en el amor. Para mí es muy duro escuchar eso, cariño, le explico, no podría aceptarlo, la vida es demasiado cruel, si dejamos de creer en el amor, ¿Qué nos queda? Me confirmo realista, más soñadora que pesimista, no me sale el amor, no me crece en las entrañas ni me cae de los ojos. Creo en el a pesar de haberlo visto morir una y otra vez en distintos brazos. Soy capaz de verificar la magia que suspiran las palabras, los duelos al cruzarse las miradas, confirmo que no hay mejor sensación que luchar en el césped y correr soñando que nadie más nos volverá a encontrar. Afirmo que los tangos a la hora de conquistar son emocionantes, tan llenos de tensión y pura acción, juro que no hay mejor sensación que nada te haga reír si no es su risa. Cuando existe amor, y con él la pasión, son innumerables las ganas de parar el ascensor, son horas las que pasas soñando le cerca del mar, el miedo de beber la locura de sus labios... Tiemblo, tiemblo al perder la paciencia sabiendo que a mi lado no estás, ni estarás. El amor son luchas y batallas jamás perdidas, es arriesgarlo todo a un solo corazón, es escarbar en las heridas y besarlas al cicatrizar. Amar es querer que vuelva a reír, que llore para regar tu jardín y arrancar tres flores, regarlas a diario, cuidarlas, mimarlo. Pasión es encontrarle otro uso a los lavabos. Querer es sonreír por verle feliz alumbrando otra sonrisa. Amar es confiar y no querer rozar otra piel. Y aquí, es dónde yo vuelvo a caer... Perdóname, te estoy llorando otra vez.

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