sábado
Últimamente la gente está muy perdida. No iba a ser yo la última. Algo está mal, lo noto en el aire, lo noto en ti. Nos frustra el ambiente, contínuamente escuchamos la palabra crisis, nos cruzamos con caras largas, cada vez son más las personas sin esperanzas. Y nosotros, jóvenes, insaciables de movimiento, no queremos más. Estamos hartos, queremos crecer. Lo hacemos para hacer avanzar al mundo. No todos, por supuesto. Pero ultimamente me siento con viejos amigos y veo sus rostros cambiar, les escucho y a veces me pregunto si es de verdad. Nada de fiesta, algún día quizás, pero no está de más, hay que estudiar, seguir el camino y que nadie dicte nuestros destino. Es fascinante. Siento como empieza a nacer el concepto de amor, ya no venden sus cuerpos a cualquiera. Un poco incomprensible, drástico, macabro. Pobres de nosotros que desgraciadamente nos supera la situación, viéndonos llorando por los rincones cuando no hay nadie al acecho, incomprendidos de este deseo, queremos que nos quieran pero ni yo mismo quiero. Estamos tan centrados en superarnos que realmente no nos valoramos. Pongo el ejemplo más sencillo. Si no me quiero, porque no lo hago, quizás un poco, no te puedo querer a ti. No soy capaz de sostenerte. Y no lo haré. Ni me esforzaré. Estoy perdida. Pero eso no es malo. Quizás cuando estoy perdida es cuando me encuentro de nuevo.
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