-¿Soy yo el problema?- Preguntó.- ¿Soy de verdad tan rara que hago las vidas imposibles..?
-No eres rara.
-Déjalo, no trates de negarlo. El otro día enfadado me lo dijiste a la cara.
-Tu misma lo has dicho, estaba enfadado.
-Pero si no soy rara...-Suspiró- ¿Qué pasa? Entiéndeme, estoy harta, siempre es la misma historia, ¡si hasta ha pasado entre nosotros! Empiezo a pensar que el problema está en mi...
-El problema es que eres demasiado mujer para todos, incluida para mí. Tendrás que esperar a aquel que sea capaz de mantener un equilibrio emocional.
-Entonces, estoy condenada
Es más fácil imaginar que te has ido. La mentira perfecta, piadosa, sin dolor. ¿Dónde está? Lejos ¿Por qué? ¿Trabajo? ¿Familia? ¿Egoísmo? Da igual, cualquier excusa es perfecta para conseguir una bella mentira. Donde yo, ignore que estás a un par de kilómetros, no escuche tu nombre entre mis amigos y tenga la fuerza de voluntad suficiente para no acabar buscándote. Se ha ido. Aunque no he matizado en la historia si se fue queriéndome. O simplemente fui yo el problema.
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