sábado
M
Morfeo me regalo un sueño. Donde tú excavabas excusas y yo construía los cimientos. Había una niña, con tu nariz, que gritaba tu nombre, tú la abrazabas más que a mí. Era bonito verte compartir tu humanidad. En mi sueño contabas cuentos hasta que me hacías dormir, y acariciabas mi espalda a la espera de que suspirase. Por ti. Tu sonreías. Yo despertaba. Jamás he tenido la necesidad de llamarte por tu nombre, menos de ponerte en evidencia. Quien me conoce sabrá que me gusta la sangre y más si sabe a ti. A los besos que me dabas. Al martirio de no saber. No sabría decir cuando fue la primera y la última vez que viví en la incertidumbre. Me sobran las palabras, las vomito, las repito y tú te reirás de mi. Pero lo siento por aquella persona que entristezca tu perfil.
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