Siempre he creído en el poder de la naturaleza. Me he sentido siempre muy conectada, a niveles que creo que a veces no me lo merezco. Siento que es un gran poder estar conectado con el mundo. El último día que lloré vi un atardecer precioso, ese día pensé que había esperanza de que las cosas pudieran mejorar. Al día siguiente me desperté con la intención de volver a ver el último amanecer, ese que vi a través de tus ojos. Pero la naturaleza fue sabia y nubló el cielo de tal forma que no pude volver a ver el amanecer. No vi el sol reflejado en el mar. La última vez que lo vi fue junto a ti. Y ese es el recuerdo que se quedará en mi retina. Por eso agradezco al cielo y a la naturaleza, por darme la oportunidad de saber que hay cosas que simplemente tiene que ser así. El cielo se nubló. Porque quizás sabia que era la última vez que estaré ahí. Y he vuelto a Madrid y no para de llover. Llora por las noches cuando más sola me siento, cuando más te echo de menos. Y tengo ganas de coger el teléfono y escribirte y decirte cuánto te quiero. Simplemente sé que no puedo. Me despierto en mitad de la noche con los truenos y los relámpagos, y nunca pensé que podría pasar, pero por un momento pensé que estaba a tu lado, en tu casa, con el olor de tu sábanas. Pero no era así, tú estabas lejos y ya te habías olvidado de mí. Es que no lo sé, no sé cuánto durará, pero es que no dejó de sufrir. He vuelto a casa llorando, con ausencia de ti, y me he mojado bajo la lluvia y pensaba que eso era vivir. Pero no era más que mi cuerpo mimetizado con el agua fluir, dejando que estos sentimientos salgan, es que no puedo dejar de pensar en ti.
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