No existe un número determinado de rarezas que describan este ser, pero sería un placer para mí describir unas cuantas. Las mejores rarezas sobre mí, me gusta desayunar para cenar, cereales con leche si puede ser, cenar para desayunar, trastorno alimenticio incomprendido, tengo como vicio fumar en azoteas mientras pierdo mi sentido, escribir para luego quemar los cuadernos escritos, suelo mirarme durante minutos en espejos buscando la fatalidad, baños de más de cuarenta y cinco minutos acompañados de un buen whisky con hielo, Jack Daniel's, que se note el número trece. Adoro ese número, simplemente lo adoro y ya especifique las causas. Tengo como hábito enrollar deseos y própositos en papel guardándolos atados con hilos de colores en una caja de cristal que me regaló mi primer novio. Me tomo dos cafés al día, que rareza (ironía), pero sin ellos no soy persona. Escribo, escribo como seguramente hará cualquier indivíduo en algún momento de su vida. Sueño y nunca lo digo, pienso y aún así lo resisto. Hablo con los animales, les sonrío cada mañana, hay un mirlo medio blanco que siempre me devuelve el saludo cuando voy al gimnasio o vuelvo del instituto, ya somos íntimos amigos. Suelo sentarme en la acera a ver el tiempo pasar, sola o acompañada, me da igual, fumo paquetes a la semana cuando practico este hobby. Analizo a las personas, sin obtener nada a cambio, no juzgo, solo espero. Escucho los latidos, no sé por qué. Y me enamoro, me enamoro tanto de la gente que me es indiferente sabiendo que acabaré defraudada.
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