sábado
Lo admito, soy un completo desastre. Pero no creo ser un problema. De hecho, me es indiferente si alguien se atreve a negarlo. Quizás he demostrado ser una persona fuerte pero al igual que el resto, estoy necesitada, necesito de unos brazos que en mis peores momentos me cobijen y me digan "todo saldrá bien". Soy una persona bastante selectiva, metódica y lo reflejo en las mismas palabras que escribiría con mi letra cursiva en cualquier cuaderno. Vivo atada a mis inseguridades aunque parezcan invisibles ante los ojos del mundo y se escondan tras una mente imprudente. Humilde, pero codiciosa, ¿Luchadora? Quizás, hasta rabiar incluso cuando las esperanzas sean nulas. Quizás mi optimismo sea reflejo de un alma sin ninguna clase de autoestima. Siempre vuelvo, y rápido, seguramente tenga que ver con mis inseguridades. No es vergonzoso estar loco, soy como hacer una suposición
cuando la única respuesta es “sí” a través de palabras eternas e ilustraciones que no tienen precio. Un cúmulo de defectos imposibles de cambiar. Pero tengo lo mejor de ambos mundos, vivo en el mundo de la locura basándome en la cordura, tengo tanta imaginación que mis palabras parecerán eternas en un solo minuto. Me creo independiente y en cierto modo, lo soy. Seguramente la cosa cambie cuando me enamoro. Aunque claro, vivimos en un mundo de estereotitpos en que vale más una imagen que un corazón hablando. Así que, dado que solo conozco el adiós, que nunca parezco ser suficiente o que uno no es
capaz de aguantar mis manías y defectos, nunca lo sabré. Tampoco me importa. Me gusta estar sola. Si, me gusta.
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