martes
He visto el fuego llegar dentro de dos corazones rotos. Cuando queremos darnos cuenta estamos destrozados por dentro, sin saber cómo ni cuándo, nos hemos vuelto débiles. Vulnerables, necesitados del contacto de otra piel, hambrientos de carne de su ser. Quería contestarme personalmente y de forma sincera ¿qué es el amor? Concluí qué éramos ignorantes si afirmábamos haberlo vivido. A lo largo de la historia miles de escritores, poetas y músicos se atrevieron a hablar sobre él haciéndonos creer que todos teníamos una posibilidad para vivir un cuento de hadas. Realmente no soy digno de escribir acerca de este tema y a quién creer y dejar de creer, pues yo jamás he conocido esa tranquilidad. Ni quiero hacerlo, sufrir no está en mis planes y tampoco convivir. Aunque he ido aprendiendo y viendo a aquellos que amaron, no es difícil deducir quien no desconoce esta pasión. Aquellos que amaron y conocieron esta fuerza capaz de unir mundos lo guardan en secreto, como si se tratara del tesoro que fueron encargados de velar toda su vida. Eso es auténtico. Entonces, aquello que conocemos por amor no es más que una utopía de aquellos que anhelaban algún día vivirlo, una leyenda urbana, un algo que les hará sentirse vivos. No sería vergonzoso admitir que en ocasiones les envidio. Pero yo ya tuve mi historia de amor, o eso afirmo, por lo cual sé que no es real. En cambio, no tengo nada que demostrarle a este mundo, pues no sufro ni lloro por las noches como hacía Julieta o cualquiera de ellas. Más bien, evito pensarlo y disfruto de esos pequeños momentos que en ocasiones decide tumbarse a mi lado.
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