sábado
Mad-ness
viernes
Photograph
jueves
Un té calentito
-Si quieres pongo mi chaqueta en el suelo para que no te mojes
Ella se rió
-No sabes cuanto tiempo llevaba deseando decir esto.-Finalizó.
lunes
Lluvia de domingo
viernes
domingo
Your heart is a muscle
Un dato curioso que aprendí en estos dos años fue el instinto que cultivamos las personas. Que dicen que nosotros suprimimos todo aspecto animal de nuestra genética, pero no es cierto. Cuando tienes un hijo el sabe que eres su madre por una única cosa: los latidos de tu corazón. Por ello los primeros meses y hasta los primeros años de vida su instinto le abrazará a tu cuerpo en busca de un ritmo. Mi mejor amiga compartió conmigo la experiencia de su perrito.
-Tendrías que verle-decía.-cómo se tumbaba en mi cuello buscando mi latido. Y aún lo sigue haciendo. Lo hacia por que era un bebé. Pero a medida que fue creciendo se dio cuenta de que ya no cabía en mi cuerpo. Hasta ahora tumba su cabeza sobre mi cuello, o en mi pecho. Porque es lo que más le ata a mi.
Ahí entendí que todo animal lo hace. Tengo un gato que me abraza fuerte por las noches o coloca sus patitas sobre mi cuello. Ahora lo entiendo. Incluso ahora entiendo por que tengo la debilidad de abrazar a la gente pocos instantes a menos que... Lo escuche. Porque nada me tranquiliza más que el latir de una persona a la que quiero. Su bum-bum es la nana que necesito para saber que las cosas están bien, al compás de su respiración. Que por unos instantes me siento protegida, se que las cosas están bien. Somos animales en potencia que buscamos el calor, la protección, el amor: el corazón.
sábado
.
viernes
Quieres la libertad de mi celda
jueves
Just sometimes
Se te acaba la dopamina en el cerebro, chocheas, se te acaba la paciencia. No sueñas, no cantas, no tienes ganas de nada. Pero ¿quien si no tú, va a ser tu propio héroe?
Be Patient, my friend
martes
Walls
Discusiones, peleas, nostalgia, porque te fuiste, porque me quedé. Conocí a grandes Galanes de Madrid, personas que recuerdo con amargura en momentos como estos. Tuve una época de película pasando las noches en cines de verano, conduciendo rápido por la autopista a horas insospechadas. Sentía como mi felicidad se basaba en el mero hecho de sentirme viva alimentando a la agotadora adrenalina. Pero solo era un muro para enmascarar la amargura de volver a empezar, de sentir que nunca encontraría mi lugar. Me vi rechazada, menospreciada, insultada por personas por las cuales daría mucho más que la espalda. Conocí a personas fantásticas a través de internet que lo único que hacían era llenar mi vacío de soledad. Intenté querer a alguien y ese alguien intentó quererme. Y nos quisimos en la utopía de nuestras mentes. Así que lloré durante noches. Hasta que decidí hacer lo que mejor se me daba: Huí.
Lejos, salvaje, con gente que sería incapaz de juzgarme. Volví feliz, volví siendo yo, liberada, sin cadenas, sin tristezas, viva. Pero cerré puertas. No más discusiones, no más peleas, no más amores. Esta vez, era un tiempo para mí. Para vivir, crecer, conocer. Así que te conocí a ti. Y en ese momento, todo lo escrito, no valió para nada. Porque abrí puertas, discutí, peleé y hasta me enamoré. Y todos los planes que tenía, las ganas de ensimismarme, crecer, se rompieron. Porque quise reír, vivir, conocer(me), compartir, discutir, soñar, planear, amar contigo. No estaba(s) en mis planes. Menudo muro con el que me choqué. Pero qué muro.