Siempre afirmé ser una enamoradiza, pero nunca de la persona sino de la personalidad. Del alma. Hay almas, espíritus que son dignos de conocer, pero nunca los hay que cautivar. Solamente aprovechar el tiempo que deciden derrochar a nuestro lado. Y que cuando se tengan que marchar vuelen lejos mientras descubran la felicidad.
Soy una persona conflictiva, contradictoria, inculta y que tiene ansia de saber más. Me queda mucho por aprender y conocer. Me queda descubrir los recovecos de mi cuerpo, las casillas que encierra mi cerebro y alimentar mi autoestima más y más. Deduzco que no soy fácil, que soy incomprensiva y a veces surgen sentimientos de odio hacia mi personalidad. Por eso creo que no me sorprendo al ver a la gente marchar. Aunque pueden irse lejos, pero siempre de alguna forma vuelven. En forma de canción, palabras, sueños o con su simple presencia. Sé que no sé puede encontrar la felicidad absoluta a mi lado pero estoy dispuesta a entregar el pequeño concepto que he llegado a mostrar. Con lo poco que tengo, con mis ganas de vivir.
Vivo en dos mundos paralelos, uno lleno de responsabilidades, otro llamado libertad. A veces no consigo compaginarlos pero es auténtica mi sonrisa, mis fuerzas, las ganas de luchar. Incluso si te fijas a veces enseño los dientes. Sé que estoy loca o es distinta mi realidad, llámalo como quieras. Tengo manías, defectos, tengo arena entre los dedos y la boca seca de tanto gritar. Pero tengo pasión y la desenfundo en cada movimiento, cuando te hablaba del viento o quería contar las estrellas en el cielo.
Lo sé porque meses después, esculpí quién soy. Porque por una vez, no tuve miedo.
Esta es mi realidad dentro de este planeta llamado mundo, la que se compaginó con una subunidad tan diferente como la tuya. Sinceramente no sé a cuento de qué estas palabras ni si tendrán algún sentido. Sólo tenía que decirlo, quería entenderlo. Y lo he hecho.
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