Una de mis debilidades es quedar con ella. Cuando lo hago mi mente se inunda de tranquilidad, las cosas se ven más claras y desaparece la maldad. Ella me conoce como la palma de su mano aún habiendo pasado los años. Es por ello por lo que entiende mis dudas y temores, entiende mis pasiones y el por qué no lo dejo ir. Sabe de sobra que guardo demasiado amor como para reprimirlo o malgastarlo en un polvo sin sentido. Soy soñadora al imaginarte algún día esperando sentado en mi portal sabiendo que no volverás a buscarme, ni te molestarás en verme. Asumo que no tendré más escapadas por Madrid a no ser que vaya acompañada de mi bici, fiel amiga, capaz de guardar secretos, como siempre, sola. Me parece ridículo acostumbrarme a ser como ella lo ha definido, una antisocial. Pero empiezo a pensar que es lo mejor, así nos ahorramos tiempo. Estoy cansada ya de inventar excusas que no saben andar. y sólo quedarán los buenos momentos de ayer que fueron de los dos. y hoy sólo quiero creer que recordarás las tardes de invierno por Madrid, las noches enteras sin dormir. Y no puedo evitar echarte de menos mientras das la mano a mi tiempo y te vas. Mirar a través de la ventana es una tortura, las noches están construidas de melancolía y por minuto me consumo como este cigarro, lento. Y aún no sé que hacer con todos estos miedos
miércoles
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