Me gustaría (por una vez) que te sentaras frente a la persona que tan solo reconoces su cara y su espalda. Que vieras más allá y vieras que esa niña se ha convertido en mujer. Ya no hay falsas sonrisas ni un "tal vez". Va más allá de los porqués, ha aparcado a un lado el miedo y ahora va a ganarlo. Ahora sería capaz de reír sin que sea mentira, sería capaz de reconocer su ignorancia a imaginarse más lista. Verías una persona tolerante y libre, tal y como siempre se había confiado, segura de sí misma y con ganas de demostrártelo. Y sé que no te enamorarías de sus maneras, que no entenderías ni una sola palabra, que seguirías acusándola de loca y quizás algo cobarde. Ya no va de lista, ahora es fuerte. Y lo sabe porque es capaz de pasar días sin escribirte, que no pensarte, que lo hace cada dos minutos. Te sigue extrañando, te sigue queriendo como ayer y sigue teniéndote en un pedestal del que, según sus cálculos, jamás caerás. A pasado tiempo y quiere demostrarte que está bien sin ti, que no significa que quiera seguir así. Pero ha crecido, sin ti y es su mundo el que te quiere compartir.
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