Con el tiempo dejó de creer en el amor. Empezó a pensar que aquello que llamábamos valores habían evolucionado a un “tengo que ser mejor que tú”. Apenas encuentras a uno de cientos que sea real. Las personas ya no son lo que eran, leales, sinceras. Veo amigos que engañan a sus amigos, parejas en busca de amantes y también ese típico “No me separo de él porque no me conviene”. No debería ser, el amor, las relaciones en sí están para compartir con los demás un pedacito de ti. Nos hemos vuelto unos convenidos. Serán chicas en busca de un novio con coche y si viene con trabajo mejor. O chicos en busca de dos buenas tetas en lugar de un alma libre dispuesta a hacerles ver más allá. Cada día creo menos que vaya a encontrar a aquel que tome las riendas de este Mustang y las suelte concediéndome la libertad. Porque no hay nada más hermoso que compartir aquello por lo que todos luchamos, la felicidad. Puede ser en pequeñas dosis o en sobredosis de excitación. Lo importante es sobrevivir en un mundo de locos donde el “cuerdo” eres tú. Y encontrar a un imbécil que te acompañe, hasta donde las olas te deparen.
Creo que el amor es algo de dos y que no es necesario cohibir dos mundos, si no fusionarlos, dejando espacio a cada rato. Me considero una persona solitaria que no necesita de los demás, independiente, luchadora y con ganas hasta rabiar. Pero a veces echo de menos que me hagan de rabiar. A veces extraño luchar. A veces deseo independizarme lejos de este sitio al que llaman hogar.
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