Nunca he admirado a nadie en especial, solo a las personas buenas porque los buenos son tontos, se dejan caer una y otra vez sin importarles el daño que les pueda hacer. Son héroes que nunca nos fallan. Son personas que siempre estarán allí, da igual que las denuncies por un falso acusamiento o que las insultes por haberte reencontrado con tu mejor amigo, porque te hayan recogido un lápiz que se te cayó al suelo o porque te ofrezcan lo poco que tienen cuando realmente lo necesitas. Esas personas son inevitablemente admirables, mires a donde mires siempre habrá un idiota dispuesto a ayudarte aunque sea para hacerte sonreír en tu peor momento. Pueden ser desconocidos o tus más cercanos amigos. Es igual, todas esas personas son imbéciles que se hacen querer aunque sea tu primer contacto con ellas. Si siempre vas a comprar al mismo supermercado conocerás de vista a alguna cajera o cajero que en algún momento se portó bien contigo y desde ese momento, posiblemente aunque no hables con el sonrías al verlo. Solo quería decir que admiro a esas personas y no las insulto así porque sí, tampoco sabría decir si realmente las estoy insultando. Simplemente de esta manera las recuerdo que por ser tan buenas llegará su castigo, el cual realmente nunca fue merecido. Gracias a ellas no vivimos en un mundo egoísta donde cada uno tiene sus preocupaciones. Porque en una calle repleta de personas nadie te hará caso, ni a ti ni a nadie pero prueba a tirar una moneda, el sonido al chocar una y otra vez contra el suelo captará la atención de la mayoría allí presentes.
Hay días hechos de pequeñas conversaciones que acaban por llevarte a tomar ciertas decisiones
Marionetas
Que duro...
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