Estoy sedienta de sabores amargos provocados por arcadas a la hora de recordarte. Te miro y lo único que hago es mirar hacia atrás, será por eso por lo que te suelen llamar pasado. Creo que me estoy pasando con mis amenazas y tus malos tragos. Aunque me sienta culpable de discusiones y engaños, nunca me arrepentiré y no escucharás jamás de estos labios un “perdóname”, pero oye, quizás sí un “jódete”. Porque no volveré a mirarte a la cara y te diré “bésame”, más que nada porque nunca fuiste real, mírate, un fantasma invisible para el mundo pero tan vivo para mí. Anoche concerté una cita con el diablo para que te llevase con él, a ti y a tus amigos que provocan nostalgia, dolor y necesidad y que si era posible, os enterrase vivos, maquinamos un oscuro futuro para vuestros cuerpos y estoy deseando veros muertos. Escucha mis latidos, van a tu ritmo, rotos, sin vida, rigiendo el orden que impusiste a este cuerpo. Ya no me apetece encender velas en el agua ni tampoco pintar el aire, me aburre, es como cuando los koalas vuelan. Seguiré aquí sentada si quieres algo, una mano, un abrazo, un te quiero o un algo, eso sí, quiero disfrutar de tu alma en proceso de putrefacción mientras nacen sonrisas diabólicas de este infierno que creó mi piel. Todo por dos suspiros y un atardecer. Anda, ven y muérdeme, que quiero sentir dolor en este cuerpo latente.
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