A veces me gustaría entender porque borramos los recuerdos. Habitualmente, la mente humana suele quedarse con lo bueno, lo que marcó grandes sensaciones a lo largo de los años. Ahora eso está sobrevalorado, dolor, sueños no cumplidos, traición, detalles perversos envueltos en ira y tentación. ¿Qué quedó del amor? ¿Y la imaginación? No quedan puntos a favor de la humanización, simples animales tomando el mismo camino que cualquier ave, serpiente o ratón. Aunque siempre quedará algo de inocencia, ¿no crees? Al fin y al cabo nos dedicamos a perseguir un destino, cazadores de sueños decimos. Buscamos y avanzamos, nos chocamos y tropezamos, sonreímos y lloramos pero no hay mejor momento para ser animal que junto al sol o la Luna. Intenta escapar de su hermosura, no puedes. Solo caerás rendido viendo como se esconden o amanecen y mantendrás un sordo silencio que nadie apreciará, solo tú y tus pensamientos, maquinando que hacer contra la humanidad.
Algunos planean un roce perfecto para reflejar el ardor de Troya una vez más como otras tantas luchando contra el tic tac que les separa.
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