Aún sigo exahusta por el olor a vainilla que provenía de tus ojos, como si de caramelo se trataran, para pensar que si un día se termina el azúcar en el mundo no me quedará más remedio que saborearte para no olvidar el sabor y menos aún, el olor. Tengo mono de ti pero también de poder ir a donde quiera sin agobiarme. Todos tenemos un rincón de los vicios donde escondemos el hincienso y tabaco, algún que otro chupito de vodka y dinero, el mechero y sin duda alguna... los pensamientos. Yo lo que quiero es tenerte aquí.
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