lunes
Me pasé las horas sentada en la barra de aquel bar viéndole pasar, asombrada ante sus andares, su facilidad al hablar. Ya sabes, tan perfecto. Pero empieza a pasar, a caminar tan rápido y dejó de ser tan insinuante para encadenarse a mi palpitar. Un, dos, tres, seis... No me besó en los labios aunque lo deseé con todas mis fuerzas. Cuatro, cinco, siete... algo está pasando. Su voz empezó a transorfarme, sus brazos rígidos como el alambre... Tic-tac, el reloj ha llegado y ahora mismo te está cobrando.
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