¿Alguna vez te has parado a pensar en la gente que entra en tu vida? No quieres que nadie salga de ella, son todos tan perfectos acomodados en su hueco dentro del corazón. No eres capaz de echar a nadie, crees que habrá sitio de sobra y si no se lo quitas a la razón. Pero con el tiempo los sentimientos se te desbordan y mezclas los de la derecha con los de enfrente y piensas, ¿a quién he dejado de querer? Al tiempo te das cuenta de que no es nadie. Pero aún así dices, quiero probar algo nuevo, quiero volverme loca, quiero hacer lo que nunca he podido hacer quiero… quiero cosas malas de las cuales se que me voy a arrepentir pero las quiero y no las entrego porque sin poder creerlo… me faltas tú.
Él sufría y lo reflejaba frente al espejo, yo bebía y bebía hasta cambiar el agua por vino, más tarde por un buen wisky hasta que me acostumbre a que no faltase el hielo. Y así terminé, torturándo mis sentidos
martes
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