martes
No quiero despertar
Me siento como una niña pequeña, tan inocente, tan ingenua. Una niña que camina entre piedras, como realmente siempre e hecho. Me siento bien, me siento en casa. Tengo tiempo, lo necesitaba pero el tiempo siempre acompaña al pensamiento. Por lo tanto aquí estoy, con miles de cosas y ninguna en su sitio, con sueños imposibles que a veces me hacen incluso llorar, sin motivo alguno. Ya no sé en que creer, sí, todavía tengo dieciséis años y pido demasiado pero así es mi ser. Y es que los cuentos y libros hechizaron mi corazón haciéndose con el poder de mis sentimientos. No sé distinguir los sueños de la realidad, lo posible con lo imposible, no conozco la verdad. Me hago daño, sin duda pero eso no significa que no sea feliz. Creo que simplemente extraño un abrazo, alguien con quien poder hablar. He llegado a la conclusión y es que tengo un problema y es que soy drogodependiente del olor de los sueños. Que no se cumplen, que están fuera de mi alcance, es verdad pero, realmente, ¿Qué más da? No quiero despertar. No tienen ni idea y eso es lo que más pena me da. Me puse mi traje más bonito y el espejo no reflejaba lo mismo.
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