Me levanto solo un instante y ya está ella ocupando mi sitio, pero es tan adorable que no soy capaz ni de rechistarla. Es entonces cuando me aseguro de que en esta casa reina el sueño y me siento en la ventana, literalmente, a ver como la gente pasa. También aprecio el silencio e imagino encenderme un cigarro con la luz de las farolas. Imposible dicen, ¡échale imaginación! Y viene ella, deja libre el hueco que hace un momento estaba calentando y asoma su hocico por doquier. Tomo el cigarro entre mis labios y a ella entre mis brazos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo nos atrevimos a sublevarnos y montar esta revolución? Malditos pensamientos, maldito el momento en el que fueron conscientes de su situación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario