Recuerdas y puedes presenciar como tus sentimientos fueron degenerando, cómo pasaste de darlo todo a no dar nada, a ver a esa persona como si fuese tu vida a ver ahora a todos como juegos. O simples intentos. Aún lo sientes, recuerdas como dolía el rozar de sus labios con otras, como acariciaba tu rostro, sientes los calambres de sus manos sobre tu piel y esos detalles… Pero también recuerdas como aguardaste en silencio por el miedo de perder, como ahogaste lágrimas y se fueron todas, en medio de la calle, desvanecida como un trozo de papel. Llovía tanto que aún así diferenciaron las lágrimas de la dulzura. Y no sé si ame, sigo sin quererlo saber. Pero ando con pies de plomo y el azar es algo que no se me da muy bien. Creía que era oro y no es más que otra montaña de mierda. Una extraña, una niñata que solo quiere más y más, la niña dice ahora, que todo duele, que no controla y que está cansada de no entender. Y se explica, pero no concreta. Se enfada, me amenaza y saca la maleta, porque solo quiere el mundo a sus pies. A ver esto cómo te lo digo: puedes jugar si tienes un motivo, y si no lo miras ¿cómo lo ves? Es todo: tú, tú, necesito, quiero. Y así no voy a ninguna parte. Tengo en la sangre hijoputismo, querer sentirme como una diva, supongo, huir siempre que puedo pero creo que ya de eso no quiero. Prefiero gastar más de tranquilidad, dulzura menos. Neutralidad como la estrella polar. Colisiono contra el espejo. Ya nada puede ser igual.
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