Hay un lugar donde el sol no se escondía hasta las tantas, dónde los árboles tropezaban con madrigueras ensanchadas y sus raíces hacían que nuestros pies bailaran. Un lugar que te enamoraba, dónde solo se escuchaba a los grillos cantar y a nuestra imaginación, volar. Olía a sinceridad, a palabras entremezcladas con la verdad, dos almas abiertas a un mundo sin el miedo de que pudiera pasar. Y entre tantas bellezas que solo nosotros podíamos contemplar, esas dos personas, solas, hablando sin sentido desgastando sus cigarrillos, contando sus sentimientos al viento y besando a la esperanza, admitiendo estar enamoradas. Olvidando por un segundo las cosas malas de aquellos romances fallidos que nos hundieron en la nada como si fuesen las mejores historias de amor jamás contadas. Nosotros, tú y yo, allí donde solíamos gritar…
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