Sonrío porque soy una persona algo alocada, porque me contagio demasiado deprisa, quizás porque siempre ando algo distraída y me hablan despejándome de cualquier fantasía. Pero realmente, no tengo ganas, aún así sonrío, es posible que sea por sus palabras y sus historias jamás terminadas. Es cuando llegas a casa cuando te das cuenta de que realmente no hay nada en especial por lo que sonreír. Y poco a poco, el estar en casa, sola, es cuando te acostumbras a la monotonía.
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