No podía dormir. Me senté en la terraza con un vaso de leche caliente entre las manos admirando la nada. Oscuridad, alguna que otra luz en los barrios cercanos a mi casa pero esta noche, la ciudad está en calma. No se oyen a los coches pitar, es más, ni siquiera presencio los semáforos en verde, hoy es una de esas noches en las que permaneces en silencio porque la tranquilidad te retiene a gritar. Ha caído una bomba nueclear y una parte de esa ciudad a sido destruida por completo, una parte de mí se ha ido contigo pero quizás es cierto, otra que ya se había ido, vuelve a estar de mi lado. Equilibrio. Podríamos hablar de que estoy loca y que esto es una exageración, pero no. Verás, he estado tanto tiempo sintiéndome sola, sin ganas de nada, buscando algo inalcanzable que ya daba por hecho que nunca podría saborear, falta de cariño, enamorarme sería muy difícil pero no imposible. Y ahora llegas tú, con esa manera tan particular de robarme palabras sin siquiera saberlo, de expresarte al viento abriéndote a prácticamente dos desconocidas con sus brazos abiertos. Realmente estaba tan vacía… quizás lo siga estando pero contigo llegó una cosa que perdí hace tiempo: Esperanza. No sé que espero de ti, solo sé que me vas a hacer feliz. Das miedo ¿Lo sabías? Es como mirarme a un espejo. El frío se está filtrando en mis huesos y, no voy a desmentirlo, esto esta desvariando.
jueves
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