-Escriboconluz
sábado
Es relativamente comprensible la dificultad del ser humano para reconciliarse con su propia muerte, porque es que éramos inmortales: según la evolución de las especies, las primeras bacterias se reproducían clónicamente, aún lo hacen, claro, y por tanto eran eternas, pero cuando hace unos 700 millones de años comienza la reproducción sexual y se da pábulo a la diversidad genética, nace un ser único e irrepetible, y éste se muere: es el precio que se paga.
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