Encender el fuego que aviva mi cuerpo y ver los aviones arder y que caigan desde aquella azotea, ¡que rocen tu piel! Verías los fuegos artificiales en el cielo y entre ellos el color azul que tanto te encantaba. Recordarías cada uno de los sueños que indirectamente te conté cada noche y, si en ese momento captase tu atención, te suplicaría por favor que me ayudases a olvidar el aroma que va dejando tu ropa y que controlases los latidos de mi corazón cuando hablo de ti. También controla mis gestos, la sonrisa que voy dejando a cada lado cuando recuerdo miradas y hablo de aquellas cosas que nunca debí revelar, como momentos… ¿Sabes que pasa? Que cuando decías algo y yo te recriminaba que me lo imaginaba, no era una suposición, era porque yo también lo deseaba.
domingo
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