Nos empeñamos en decir que el dolor es malo, que nada relacionado con él puede desencadenar un final aceptado. Creo que no es así. Es posible que hacer las cosas en su respectivo momento estén bien pero si las dejas aparcadas a un lado quizás tengas tiempo a mirarla de distintos puntos de perspectiva. Y eso me gusta. Quizás esta haya sido una de las peores experiencias de mi vida pero creo que da igual el tiempo que tardes, llegará un momento en el que el dolor se filtrará por tus venas hasta desgastarte y tendrás sed, te arderá la garganta hasta hablar. Esa sensación es la que te ayuda a ser sincero y no saber siquiera las palabras que pronuncias. ¿Sabes? Eso te puede dar la felicidad. No voy a negarlo, me la ha entregado, pero quizás haya sido poder contar sin ningún miedo todos los secretos que estaba guardando, como mi alma intentaba escaparse de mi cuerpo o quizás… Volver a tenerte a mi lado, junto al frío y tus brazos intentando alejarlo protegiéndome del viento. Quizás eso era lo que necesitaba, volver a sentir tus manos entrelazadas con las mías.
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