-Es hermosos ¿Verdad?
Se sobresaltó, siguió apoyándose sobre ese frío muro de piedra nevado por el invierno pero fue estúpida y retiró la mirada de la Puerta de Brandenburgo, iluminada en la noche y haciendo mágica la Navidad.
-¿Qué haces aquí?
Él lo sabía, no le quería allí, no con ella y menos en su ciudad favorita. Se acomodó en el muro y posó sus ojos en la luz amarillenta que reflejaba el gran monumento. Había demasiadas palabras que decir pero ninguna tenía sentido, ni siquiera podría formar una frase con coherencia alguna. Entreabrió los labios pero solo soltó el aire que había acumulado.
-Me iría de aquí.-Anunció ella, él sabía que era verdad.-pero este es mi sitio y eres tú el que ha llegado a mí por lo cual, no quiero ser maleducada pero…-Dudó de la palabra más adecuada para no mostrar un exceso de desprecio.-lo mejor será que te largues.
Le robó la mirada, cambiaron sus papeles, ahora era ella quien miraba a la puerta de Brandenburgo hipnotizada por su belleza mientras él la miraba a ella aturdido por su respuesta. Recogió sus cosas y emprendió un camino lejos de ella. Ella lo sabía, miró hacia atrás, ella no quería, se echó a llorar.
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