Pages - Menu

Popular Posts

jueves

PAS

Un día escuché el podcast de una de mis psicólogas favoritas, hablando de las personas PAS. También llamadas personas altamente sensibles. No sabía que alguien podría describirme así de bien y saber que hay más personas así en el mundo. Hoy he visto el dolor en los ojos de un amigo, he visto su sufrimiento y el ruido en su mirada abastecido por un montón de pensamientos y emociones que ni él mismo era capaz de expresar. Pero yo lo sentía como si fuera mi propio dolor. Quizás porque ya lo he vivido, quizás porque estoy en ese proceso, Pero es increíble como duele. La vida parece tópico, pero son trenes, trenes que pasan una vez y que cuando te quieras dar cuenta ya lo has perdido. Te aferras a la idea de que quizás pueda volver a pasar otro en la misma dirección pero normalmente sigues esperando una estación y no vuelve. En ese momento esperas en la estación hasta que tu cuerpo no puede más, hay personas que deciden cruzar el andén arriesgando. Y pese a todo y hay personas que simplemente deciden tomar un tren en otra dirección. Quizás ambos estamos esperando en una estación a un tren que nunca llegará. También es posible que seamos unos románticos y pensemos que la vida está llena de oportunidades. Pero por desgracia, esas oportunidades no nos llegan. Porque da igual cuánto quieras con el corazón, como de puros sean tus sentimientos, que a veces no es el lugar, no es la persona, no es el momento. Y quizás eso es lo que más duele, aceptarlo y cargar con ese dolor hasta que un día simplemente no pesa . Está bien sentirlo, está bien vivirlo. Pero siempre quedará ese porqué y esa sensación de que siempre habrá un vacío en tu corazón. Nosotros que priorizamos las emociones antes que lo material, que priorizamos los sentimientos y luchamos por ellos como si fuéramos el único soldado en una batalla que sabemos que no podemos ganar . Ojalá ganes amigo. Ojalá el mundo pueda ver lo maravilloso que eres. Yo a estás alturas quiero creer que me he rendido. Y ese es el dolor con el que ahora vivo. 

martes

Quizás parar

 Dejar de luchar. De sentir. Dejar de llevarse por las emociones. Dejar de sufrir. Que todas las noches me acuesto llorando. Dejarte ir 

miércoles

Como respirar

 Aún no me acostumbro a no poder contarte aquello que me da felicidad, sin ser consciente que eso eras tú. Felicidad 

lunes

  Me da la sensación de que voy a estar escribiéndote todos los días simplemente para pensar que lo hago de verdad. Que estás a través de la pantalla y que puedas escucharme. Como si pudiese contarte mi vida y rieses mientras me vacilas.  Y eso me saca de quicio por qué no sabes que en realidad me encanta. Me siento todos los días a solas en mi habitación y no puedo dejar de pensar en todas tus palabras, como duelen, todo lo que dijiste. Incluso pienso en todas las cosas que creo que nunca dirás. Me quedo con la duda de saber que algún día volverás, si tendrás intención de hacerlo.  Has dejado muy vacío mi corazón, cuando pienso que ya  estoy recompuesta vuelvo a romper a llorar. Y lloro durante mucho tiempo, parece que nunca va a sanar.  Me acuerdo de ti todo el tiempo, hoy me ha dolido mucho coger un libro italiano y escuchar tu maravillosa lengua salir de mis labios. Quería decirte que hoy he hecho una spesa inteligente y he empezado a contar los nutrientes.  Como aprendí de ti, aunque nunca te diste cuenta. Enriqueciste mi vida en tantos aspectos que ahora mismo formas parte de ellos. Y solo me queda eso. Ojalá pudieras leer todo esto. Ojalá no te desvanecieras como lo estoy haciendo.

El dolor

 Últimamente escucho mucho la frase que dice abraza tu dolor. Rodeo mi cuerpo, especialmente mis piernas con un abrazo que nunca es suficiente porque me haces sentir pequeña. Me hace sentir que no se acabado, y que tampoco lo hará. Pero a veces pienso en el dolor y no pienso en el mío propio. Pienso en cómo sería de maravillosa la vida si pudiésemos darle la mano a alguien y llevarnos su dolor. Hacerlo tuyo. Es algo que siempre querido en mi trabajo, es algo que siempre querido con los que me rodean. Y tu dolor es tan fuerte que a veces me gustaría cogerlo y apagarlo simplemente haciéndote saber que estoy ahí, a tu lado, para ayudarte en el proceso, para que el peso sea menos. Pero no estoy ahí y tampoco me dejas hacerlo. No puedo cogerlo. Porque quieres hacerlo tuyo, y no entiendes que cuando uno quiere a alguien lo hacen en los buenos momentos y los malos. Para que haya momentos felices tiene que haber tristes. Y yo quería pertenecer a ellos. Quizás porque mi faceta de enfermera me lo dice, quizás porque soy cáncer y soy lo más emocional de la astrología. Quizás porque soy una persona PAS y siento demasiado. Pero me gusta ser así. Y me gustaría saber todo lo que podría haber hecho para hacerte feliz. En cambio estoy aquí gritando de dolor, sola sin nadie a quien acudir.. por qué no pretendo que lo entiendan ni quiero que lo hagan. Es mío y se quedará conmigo. Supongo que tengo que seguir, y volveré a resurgir. Pero no será lo mismo. 

viernes

Como el agua

 Siempre he creído en el poder de la naturaleza. Me he sentido siempre muy conectada, a niveles que creo que a veces no me lo merezco. Siento que es un gran poder estar conectado con el mundo. El último día que lloré vi un atardecer precioso, ese día pensé que había esperanza de que las cosas pudieran mejorar. Al día siguiente me desperté con la intención de volver a ver el último amanecer, ese que vi a través de tus ojos. Pero la naturaleza fue sabia y nubló el cielo de tal forma que no pude volver a ver el amanecer. No vi el sol reflejado en el mar. La última vez que lo vi fue junto a ti. Y ese es el recuerdo que se quedará en mi retina. Por eso agradezco al cielo y a la naturaleza, por darme la oportunidad de saber que hay cosas que simplemente tiene que ser así. El cielo se nubló. Porque quizás sabia que era la última vez que estaré ahí. Y he vuelto a Madrid y no para de llover. Llora por las noches cuando más sola me siento, cuando más te echo de menos. Y tengo ganas de coger el teléfono y escribirte y decirte cuánto te quiero. Simplemente sé que no puedo. Me despierto en mitad de la noche con los truenos y los relámpagos, y nunca pensé que podría pasar, pero por un momento pensé que estaba a tu lado, en tu casa, con el olor de tu sábanas. Pero no era así, tú estabas lejos y ya te habías olvidado de mí. Es que no lo sé, no sé cuánto durará, pero es que no dejó de sufrir. He vuelto a casa llorando, con ausencia de ti, y me he mojado bajo la lluvia y pensaba que eso era vivir. Pero no era más que mi cuerpo mimetizado con el agua fluir, dejando que estos sentimientos salgan, es que no puedo dejar de pensar en ti.

domingo

Y todavía no es 5 de Junio

 ¿Alguna vez te has planteado como es sentir así? Intensamente, como el mar, las olas que golpean las rocas. De pronto estás sonriendo y ahora, mírame: llorando desconsoladamente. Pero he de admitir que me encanta el roce de las lágrimas contra mis mejillas, me encanta cuando caen sobre este teclado. No lo entenderéis, pero esto es un regalo. Y algún día lo envidiaréis. Porqué no es miedo, es valentía. Es la nostalgia que aún no llega. Ni lo hará en mucho tiempo. Pero este corazón está preparado para afrontarlo. No me considero una persona que sufre. Puede que sea un poco masoca, pero abrazo el dolor. EL mío propio y el de los demás. Lo deconstruyo hasta que la fortaleza caiga. Y desaparece la coraza. Me gusta la luz, pero he entendido que para que esta exista debe haber oscuridad. Cómo días lluviosos para que existan los soleados. Por ello la lluvia me encanta, se siente cálida a pesar del frío. Se siente en ocasiones como cuchillos que me enfrentan a la realidad. Una realidad que me hará ser capaz de lo que me proponga. De amar sin condiciones, mis heridas y su sonrisa. De volar como nunca lo había hecho. De abrazar al cielo. Y todavía no es 5 de Junio. Pero se me olvidó el 5 de Mayo.

Tú el atardecer

 De vez en cuando cierro los ojos y pienso en ti. Esto me relaja mucho. Incluso si me concentro mucho siento tu respirar. También cuando hablas, aunque no te entienda. Veo ese azul que nunca antes había imaginado. Huelo tu perfume a sal. Incluso siento el calor del sol en tu piel. Y es que te prometo que nunca antes te había conocido así. Tan profundo, con tanta calma pero cuando es necesario siendo salvaje como eres: el mar.

Tampoco pensé que el color de las piedras se volvería en uno de mis favoritos. Qué esos edificios me darían la tranquilidad de sentirlos hogar. Fue pisar sus calles y pensé que no volvería a la gran ciudad. Tu me atrapaste, cómo los peces en las redes. Como los cangrejos en las piedras. Y no lo sé aún, pero de alguna manera te quise. Y prometí que en algún momento nos encontraríamos. Nos enamoraríamos en todas nuestras versiones. Cuando mi piel esta morena por el sol, cuando esta blanca, cuando se haya ido este ardor. Te he visto llorar y aún así has sido lo más hermoso que he visto jamás. Te he visto enfadado chocando contra las cuevas y queriendo escapar. Pocos lo entenderán pero no es fácil admitir que te ha superado esta calamidad. Necesito verte y necesito hacerlo ahí donde estás.

Porque no pensé que tus calles tuviesen nombre, ni las guiase tu piel. Tampoco supe que el agua del que tanto me obsesioné me daría sed. No entendí que al beber de tu boca volvería ahí. Qué de alguna forma ahí volví a resurgir. Tú le diste forma a todo aquello que pensé que sería una fantasía. Tú volviste a los lugares donde fui feliz. Y tus brazos me rodearon como las olas del mar. Y tus suspiros olían a sal. Tus abrazos me calentaron como el sol que reflejaba el agua. El de aquel verano. El de este invierno. Al que de alguna manera quiero volver sin mirar atrás. Confié ciegamente, volví a creer. Y de repente tú volviste bajo tu propio pie. En ese momento lloré. Nunca antes había visto el atardecer.