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lunes

domingo

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Llegará un día que quizás nos prendamos fuego. El olor de las velas será tan incandescente que lloraremos por no haberlo hecho. Hasta en el cielo. Volaremos o nos mataremos. Y te echaré de menos. No creo. Moriré en el intento.

 Me he desgastado el lado izquierdo de imaginar civilizaciones donde el resto, los idiotas, son muñecas de porcelana que nos tienen miedo. Y que nosotros rompemos contra todas las paredes blancas de una habitación, que podría ser un folio o incluso una página que pasar cortándose los dedos.

Aunque sólo sea por lamernos hasta quedarnos blancos, también nosotros, con el tiempo.

Que sea cuestión de eso, de tiempo. Y que sepamos responder con un corte de mangas en el que sangre el resto, los idiotas.

He soñado con ciudades vacías - ni un idiota - donde el tráfico era de drogas y los pasos de todo y los centros no tan graves y los rascacielos cosquillas.   Tú bebías de botellas que lanzabas contra ventanas, justo después de escribir un deseo. Y meterme dentro.


Y yo me reía. Y tú no llorabas.

En realidad lo haríamos muchísimo peor, así que pienso follar contigo en sueños hasta despertar el odio de los idiotas.

 ¿Acaso no deberían ser las flores las que llevan personas al cementerio?

Complícame el suicidio. El infierno es cualquier paraíso lleno de idiotas
que tú no quieras mandar a la mierda conmigo.

sábado

2092015

¿Sabes, pequeña? Eres la causa de que se rompan los cristales. Veo tu reflejo en sus ojos vidriosos. Que rabia. Porque tú no lo ves pero te miro con los mismos ojos. Te quiero aún así porque lames mis heridas aún cuando están escondidas. Respiras a mi lado, ahora jadeante y has sido la causa de muchas noches sin dormir. Deberías entender que lo que tuviste jamás fue dolor, no más que una llama ardiente con ganas de florecer. Llenando con tu luz. Eres la imagen de la guerra que muchos no nos atrevimos a combatir. Valiente hija de la gran perra. Lo único que quieres es dormir, llenarnos de tu alegría, tus ganas de vivir. Eres el recuerdo de mis besos marcados en tu piel y la vergüenza de querer borrarlos. Para que no descubran cuánto te he querido y lo que te he llorado. No me juzgues, soy de mente fuerte y corazón débil. Fui una estupida por prometer, lo sé. Es lo único que pude maldecir la noche en que chupé techo como un sediento en el desierto. Prometer es algo muy fuerte y vivimos en un tiempo en que no hay suelo que pisar sin miedo a caer. Te vi pequeña, indefensa. Te vi cuando me enamoré. Quizás tú no lo entiendas pero tú me entiendes a mi. Con cada beso, cada caricia, cada minuto deseando verte dormir. Toda mi vida cree una teoría sobre los puentes ¿conoces a los chicos puente? Eres muy joven para entenderlo. Un puente te acerca a un extremo peligroso que parece no tener fin. Un chico puente no es más que aquel que te hizo reír, te quito las bragas con los dientes y le viste morir. En brazos de otra, en historias que es mejor no revivir. No es algo de lo que avergonzarse, yo he sido un puente. Tú eres mi puente. El más firme que he pisado jamás. Me das la confianza para sonreír y romper barreras. Eres la llave de su risa, de mi risa. Eres la alegría. Eres vida. Nunca estuvo en mis planes rendirme y ten por seguro que tampoco estará en los tuyos.

Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y he estado cerca de perderte. O mejor dicho, darte por perdido. Pero quiero creer que me quieres. Necesito creer que me quieres. Porque soy muerte y soy miedo. Muerdo y salgo corriendo. Soy veneno, pensamientos, soy una pesadilla que a veces se confunde con el sueño. Soy. Es amor dentro de un desastre que aprendí a ordenar con tus besos. Tú eres. Tú eres todo lo que quiero.

viernes

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Me dan arcadas de ver que hoy en día cualquiera puede escribir. Rectifico, todos pueden escribir. La diferencia está en quién escribe, pero escribe de verdad y el que vende su mierda. He gastado dinero en libros de "poesía moderna" que no resultan ser más que basura, reflejada en largas líneas con una sintaxis desbordante, repetición constante de la misma frase en uno, y otro texto. Contar los coños que masturbaste está genial, si a alguien le importase. Divagar sabemos todos, saltar en el tiempo, crear escenarios incoherentes. Y es que os encanta. Os encanta leer cómo una persona se siente apaleada y hacéis un copia y pega porque os sentís igual, sólo porque no os devuelven las llamadas. Surgen páginas motivadoras, o desmotivantes, ya no lo sé, con textos dirigidos especialmente a esa mujer "que decidió quererse un poquito más". "Porque te amé lo suficiente para saber que te tenía que dejar marchar", "no eres tú, soy yo". ¿Y qué más?

En verdad, cualquiera puede hacerlo. Cualquiera puede escribir sobre lo mucho que te veo, cuando menos me lo espero. Sobre esa estúpida frase que dice "calladito estás más guapo", aunque yo no lo sé, porque cuando callas no te veo y cuando hablas, nublas mis sentidos. A veces hablas y me entra la risa de pensar que se te está pasando por la cabeza, a qué te dedicaste estas primaveras y porqué insistes en recordar si lo que quieres es demostrar que has aprendido a amar. Amar, digo. Me río. Claro que todos tenemos que querernos un poco más, a veces tenemos que renunciar porque en verdad nos hace daño. Pero en silencio, sin que nadie lo sepa, para que no rompan nuestro proyecto. Somos propensos a exponer públicamente lo que hacemos, lo que sentimos. Y yo te digo ¿acaso te conoces tu mismo? Porque no empezamos a ser más que la imagen que los demás quieren de nosotros, tenemos una lucha constante, una rivalidad intensa de a ver quién consigue más Likes. No sé ni por qué me molesto. Estamos todos perdidos, mientras sigáis buscando el amor en el postureo, por llamarlo de alguna manera. Vosotros mismos.

miércoles

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Las personas, todas ellas, nacen con un déficit en la conciencia. Puedes seguir teniendo ese complejo de Dios pero cuando no queden más que cenizas seguramente nadie se moleste en llorar sobre tu cuerpo. O escupir. Mi mejor amiga y yo escribimos hace diez años que seriamos en diez años. Ella iba a ser abogada y yo una hija de puta. Al final no ejerce de abogada y yo no sé tanto de leyes como quería de pequeña. El problema está en usar las palabras equivocadas en el lugar correcto. Quema, mucho. Me saca de quicio el manejo de situaciones controladas, porque no me dan la gana. Será que no me gustan los caraduras y por eso acaban amando. No me gusta que me toquen porque ponen en alerta todos mis sentidos y declaró la zona con peligro de bomba. Deberíamos crecer, o quedarnos donde estábamos porque total, nadie nos va a reconocer. No entiendo la vulgaridad como un defecto si al fin y al cabo nos encanta el sexo. Y que nos saquen de quicio para liberarnos de estar muertos. Me pone la adrenalina y el olor a gasolina. Y luego estás tú.  Me conozco lo suficiente como para saber que no me puedo fiar de alguien que no quiera cambiarme. Nunca voy a explicarte que me hice pedazos tan pequeños que todavía no he encontrado la forma de resolver el puzzle. Porque nunca lo entenderías. He estado tanto tiempo triste que ahora la felicidad me parece una taza de café ardiendo y que no voy a saber llevarlo hasta cualquier mesa sin arrojarla y quemarme las manos. La felicidad era jugar con fuego y tú ardías 

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No arriesga el que se queda en casa un sábado noche, el que cancela una cita confusa por miedo al qué pasará. No arriesga el que se declara práctico, y afirma rotundamente que dos más dos son cuatro aunque haya quien declare que uno más uno puedan sumar uno. No arriesga el que protege su corazón con verborrea. No arriesga el que, por miedo a sufrir por amor, decide simplemente no amar. No arriesga, pero tampoco gana.

Es un riesgo decir lo que sentimos, porque sabemos que el otro puede no sentir lo mismo, y muchos se quedan con la duda de por vida, porque nunca quisieron arriesgarse. Amar es un riesgo, porque implica la posibilidad de sufrir, de perder a la otra persona por accidente o que nos decepcionen. Es un riesgo conocer a una persona nueva y darle un espacio en nuestra vida, creando rutinas que sabemos que si algún día faltan las echaremos de menos.

Es un riesgo explicar secretos que no podemos garantizar que sean tratados con toda la delicadeza que esperamos, y es un riesgo planear un futuro que en cualquier momento puede desvanecerse por completo. Esperamos que sea para siempre, aun sabiendo que puede acabar en cualquier momento, y que como dice el cantautor, “el amor es eterno mientras dura”…

El que arriesga tiene muchas posibilidades de vivir decepciones, traiciones, rupturas, discusiones, nostalgia… pero el que arriesga también se abre las puertas a vivir algo único, que solo se puede conocer cuando se experimenta en primera persona. Ni la mejor literatura ni el cine más extraordinario pueden acercarse a lo que se vive en la vida real, en las experiencias de carne y hueso.

Esa complicidad que no puede expresarse en palabras, esos momentos en que parece que todos los astros se han alineado porque todo resulta perfecto y exacto, tanto las palabras como los silencios… Esa sensación de haber cometido muchos errores hasta por fin conocer a alguien que merece la pena, que habla el mismo lenguaje y nos llega a tocar donde nadie pudo tocar nunca, algo que no está en el cuerpo ni en la piel y que los prácticos del dos y dos son cuatro dirían que no existe…

Arriesgar implica dolor y pérdida, pero el que no arriesga no vive, ni ama

martes

De quien le escribe a un loco.


Nos vimos otra vez, ha sido como si no hubiese habido esa pausa en nuestras vidas, como si no hubiese habido todo ese profundo silencio entre nosotros; no sé hasta que punto me alegra o me entristece, me ha sorprendido el hecho de que fueses tú quien terminara con ese abismo entre ambos y me alegro; es decir, me revivió y me rescato.
No sabía cómo actuar y guardé la compostura, pero confieso que quería correr a tus brazos, decir que te extrañé, que estos días de todo en el fondo no eran nada sin ti sosteniendo mi mano, sin nosotros riendo a todo volumen entre las calles, siendo dos locos entre la gente; quería decirte que estoy enamorada de tu desorden mental que se entiende perfecto con el mío. Sin embargo sólo quise y mi actitud fue de quien no siente mucho. 
Debo culparte un poco por ello, has hecho que ponga en calma mis emociones, que de vez en vez la demuestre y otras tantas sólo las deje en eso y no en acciones, porque eres impredecible como sólo tú sabes ser y en este encuentro de quién sabe cuánto tiempo y de quién sabe qué emociones; sólo quería disfrutar tu compañía, el vernos en cualquier cristal caminado juntos, sentir que no había ni importaba nada más.

Quise dejar todo pensamiento de lado y había fluido bien, pero quién puede dejar de pensarte cuando te metes a la cabeza e indagas hasta lo más profundo; cómo puedo intentar sacarte de cualquier parte de mi cuerpo si vives ahí en todas partes, me costó notarlo, pero en ese preciso instante en que me abrazaste, lo comprendí… Porque vibraste hasta salir por mis ojos.
De pronto el día estaba acabando, no podía seguir así, tan llena de dudas, pero tú nunca has sido de los que se sienta a hablar y esta vez lo agradecí cuando con un beso tranquilizaste mis dudas y aceleraste mi corazón y sin darme cuenta encendiste todo eso que había puesto en pausa durante el día…
Ahora estoy aquí desbordándote en letras y desbordándome también a mí, teniendo miedo aún porque eres completamente diferente a mí y enloqueciendo porque eso mismo es lo que me enamora de ti y al mismo tiempo, dejando a la locura, al miedo y a las dudas de lado; porque al final, sólo quiero quererte , porque al final te quiero más de lo que temo y te pienso más de lo que dudo… 
Al querer escribirte tanto, me doy cuenta que me es difícil detenerme y luego pienso que es un disparate escribirte así, porque lo que siento por ti es más que todo lo que dice aquí, es más de lo que en toda mi vida podré decir.

Aunque sé que tienes muchas cicatrices, alguna más abierta que otra y son los límites que te pones. Me gusta quién soy, me gusta en lo que me he convertido y me gustan las batallas por las que he tenido que luchar para llegar hasta aquí. Y no tengo intención de cambiar, al igual que me siento incapaz de pedirle a alguien que haga eso por mí. Porque somos seres libres y no se nos puede privar de esta libertad.  No podemos exigir un cambio, quizás adaptarnos. Y eso es lo bonito. No pienso pagar las deudas de otra persona y cargar con la culpa. Porque las heridas del pasado son para tratarlas con quien te hizo daño, yo solo  puedo curarlas y esperar a sanar. Me niego a esperar eternamente un acto natural para dos. A cambiar, porque me gusto como soy. Aunque no me conozco, no conozco a la persona que describes cuando nos fallan los argumentos. Quizás eso es lo que más duele. La falta de capacidad de ver más allá de lo que queremos ver, porque a veces es más fácil echarlo todo a perder. Yo es que soy de sentimientos. Aunque obviamente eso no es lo que dice la persona que crees conocer.


domingo

Con otra cerveza

Todos tenemos una obsesión con algo. Normalmente algunas personas son monotemáticas y al pasar el umbral de su cuarto eres capaz de reconocerlo. Todos Coleccionamos o tenemos tendencia a querer más de una misma cosa. Si tuviese que hablar de mi, diría que en mi cuarto predominan los cuadernos hechos a mano, los pintalabios, las brochas y los zapatos. Son esas cosas que por mucho que lo pienses, tienes la sensación de necesitar más. Pero son cosas materiales, efímeras. A excepción de los cuadernos. Me gusta escribir en ellos cuando quiero hacer todo más personal. Es mi rincón secreto, donde todo es posible, donde no tengo miedo. Y cuando hablo de sentimientos parecen tan reales que hasta quedan grabados en el papel. He luchado por ellos, los he defendido con uñas y dientes, literalmente. Incluso a veces me han impuesto respeto.

No dicen nada del otro mundo, ni mucho menos. Imagino que es la letra cursiva la que le da un toque melancólico. Lo cual hace que parezca importante. Pero no son más que un montón de chorradas acumuladas que en un futuro serán motivos de risa. Como el día que te conocí. Como el día en que me dio un vuelco el corazón y la ansiedad se apoderó de mí, por qué si, porque me estaba enamorando de ti. El día en que volví con el rabo entre las patas sin entender el porque. Las veces que llore, y llore, porque de alguna forma has conseguido que sea motivo de vergüenza en mi. Alguna que otra carta que solo consigue ponerte los pelos de punta una y otra vez. Los mensajes que nos enviábamos a falta de internet. El silencio entre las sábanas. La lucha constante entre el corazón y la razón. Las veces que me planteé rendirme y renunciar ti. Las veces que pensé en que era tarde. Las veces que necesite un abrazo y no estabas. Y como aprendí a ser fuerte. 



Escribo la vergüenza y lo mucho que me repugna haber dejado de lado los sentimientos, sin entender en qué momento dejaron de ser un tema serio para ser motivo de burla. Lo llego a saber y ni me espero. Me he convertido en esa clase de persona que cuando hay algo, tiene miedo de decirlo. Lo deja pasar y vive con el dolor hasta apagarlo. Y es tan triste, que si tuviera la oportunidad de ver mi propia tumba, escupiría sobre ella. De vergüenza ajena. De no entender en qué momento decidí volver a verme con la cobarde que fui hace unos años para tomar un par de cervezas,compartir un par de calos y volver a ser una sola. En general, tengo la sensación de retroceder, no de avanzar. ¿Cuánto camino llevabas andado pensando lo mismo que yo? Ni si quiera los días podrías contarlos, habías perdido de vista el reloj. La puntualidad de los sentimentales que estiran el tiempo como si un "adiós" fuera a durar toda una vida, una despedida que no terminó.  Ahora dirás que se me ha hecho tarde, que fuimos demasiado cobardes. Que yo te esperé y tú desesperaste entre tardes fugaces. Si dejáramos de lado todo aquello que nos duele, tendríamos un sitio para volver a ser alguien diferente, mientras tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote. Tengo la sensación de que algo me hace daño pero soy demasiado cobarde para admitir que duele, que luches por ello. Quizás con otra cerveza sepa mejor. 

lunes

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Las palabras son el recurso más hermoso que jamás ha existido. Son ellas las que dictan una etapa, un comienzo, un final. Solo tienes que saber cómo usarlas. Las palabras son eternas, se quedan grabadas en nuestra mente Duarte años, a veces incluso en el corazón. Las palabras prometen, mienten. Cambian de interlocutor. A veces incluso son un buen arma contra ti mismo. Y hacen daño. Soy una necia. Porque soy incapaz de pronunciar palabra. Porque mis promesas crearon promesas que he roto. Y seguramente las hubiese el legado a cumplir. Soy una necia por privarme de lo único que ahora mismo podría salvarme. Aunque no me cueste escribir.