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sábado

Como cuando te apareces sin haber venido, ofreciéndome un cigarro a las dos de la mañana. Tu no estas ¿como vas a estar perdido? Has estado siempre rodeado de personas que hoy solo son gente. Siempre en pie, porque el mundo es una porquería, mucha gente harta y unos pocos lo ven bien. Y tú te quedarás de pie esperando el día en que vuelva a llover.

viernes

Debí jurarme a mi misma que no pasaría. Que frenaría como un amo frenaría a su perro, precipitándose a la muerte. Sé que nunca te defraudaré, sé que siempre de alguna manera estaré ahí deseando sacarte tus penas aunque no te guste hablar. Algún día imaginé que serías capaz de ser sincero contigo mismo, conmigo. Pero creo que me he rendido. De creer, de excusas, de romper promesas. El mes que viene rompo con dos miedos. El miedo a volver a ese lugar y el miedo a recordar el día que te conocí, el día que tentaste mi miedo o el día que decidiste luchar. Me marcharé y no volveré a saber de ti

martes

Hace muchos años vendí mi libertad a cambio de dos míseros abrazos. Las condiciones eran sencillas, que fueran sinceros. La ironía fue que aprendí lo que era la libertad el mismo mes que la perdí. Saltando, luchando, gritando, besando... pero nunca abrazados. Era listo el diablo. Le regaló mi libertad a la misma persona que me la arrebató. A cambio de dos míseros abrazos, los cuales recuerdo como si estuviéramos piel con piel. ¿Valió la pena? Créeme, supe lo que era la libertad cautiva entre sus brazos.

Aunque tú no lo sepas me he inventado tu nombre, me drogué con promesas y he dormido en los coches. Aunque tú no lo entiendas nunca escribo el remitente en el sobre por no dejar mis huellas. Aunque tú no lo sepas me he acostado a tu espalda y mi cama se queda fría cuando te marchas. He blindado mi puerta y al llegar la mañana no me di ni cuenta de que ya nunca estabas. Aunque tú no lo sepas nos decíamos tanto, con las manos tan llenas, cada día más flacos. Inventamos mareas, tripulábamos barcos y encendía con besos el mar de tus labios.

lunes

Nadie me creía cuando decía que me bastaba con poco. Me considero minimalista de su presencia. El aire que me envuelve al entrar en la habitación es suficiente. A veces, me recuerda a ti. Nunca necesite tu sombra pero si me bastaba con ver tu cara a primera hora de la mañana. De vez en cuando. Juro que jamás he deseado tanto un cuerpo como te deseo a ti. Que a veces te sueño estampando me contra el suelo y haciéndomelo sin miedo, a veces lento, otras gritando tu nombre o llamando dioses que no existen. Otras veces, simplemente lo vivo. Y sé que podría comerte delante de cualquiera que solo sentiría indiferencia. Nadie me cree cuando digo que así soy feliz. Unos me hablan de una muerte lenta, otros de locura, he escuchado hablar de toxicidad... Y no se dan cuenta que fue un día ocho cuando satán condenó mi alma, que si es tóxico estoy envenenada hasta las trancas y aun así escucho mi corazón latir. Fue estúpido cada uno de mis movimientos negándole a mi alma que vivía por y para ti.