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viernes

La verás



Te dirá que nunca se enamora porque eso es para los cuentos. 
Se que te negará que existieran sentimientos pero si te atreves, mírala a los ojos y dime si la crees. 
Se ha enamorado hasta las trancas y es feliz en una utopía falsa. 
Porque se niega a si misma haber caído en el círculo vicioso del amor. 
La vi a escondidas, sonriendo, nostálgica aún teniéndolo todo.
 No lloró al verlo marchar ni se manchó las manos con el carmín de sus labios. 
Simplemente la vi suspirar sucumbida en sus brazos viendo anochecer en el pequeño puerto de la felicidad.
 O así lo solía llamar. 
Paseó de la mano con otros tantos y junto sus labios con despojos de otros años. 
Se hundió en la miseria de saber que lo bueno duraba poco y que lo malo se quedaba a largo plazo. 
Sus pestañas bailaban, te juro que se movían en un sin fin de parpadeos atónita ante su belleza. 
Y no veas cuanto sonreía, jamás pensé que una sonrisa tan rota engendraria tanta hermosura. 
La vi un día con una botella de champán esperando a alguien, o eso me temía, hasta que la descorchó para si misma. 
Y en una balada que solo su mente tocaba parecía celebrar que había sucumbido al término amar.
 En ese momento, mi querida dama, mi doncella, mi alma dejó claro aquello que tanto resaltaba : 
era libre.
 Como los pájaros cuando vuelan, como el viento que levanta su falda. 
Posaba como las estrellas en una alfombra roja ante su mirada y le encantaba, la ponía al rojo vivo saber que alguien se la comía a través de las palabras.
 Pero la vi marchitarse o al menos debilitarse cuando se enfrentó a lo que pasaba. 
Ni más camas, ni rincones llenos de fantasmas, sabia que eso estaba hecho para los cuentos de hadas.
 Así que mi preciosa señorita se acabó la botella y con ese andar que tanto desesperaba, se marchó como si nada de esto existirá, como si no pasara nada. 
 Era una fiera y era tristemente libre hasta las entrañas. 

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