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jueves

That's my Story

Paso días frente al ordenador, con la página de este maldito blog abierta pero apenas tecleo una palabra. Trato de ordenarlas, busco algún sentido, pretendo decir algo pero al final lo olvido. Una semana. Una maldita semana y todo ha cambiado. Lo que empezó siendo como una hipótesis, un sueño, poco a poco se ha hecho realidad. Es una historia bella, dirán, y sí, no lo voy a negar. Pero algo falla, falla que una cosa son los hechos y otra muy distinta los sentimientos. Y está es la historia:

 He pasado meses buscándole, no voy a decir un año porque todo empezó un diecinueve de Mayo. Aunque casi. Le conocí como la locura en persona, saltando, bailando, repartiendo violencia inocente entre la gente. Para mí todo eso era nuevo pero la euforia que sentía era incluso mejor que un chute de adrenalina. Ese día quería hacer una locura, estaba enfadada, cansada de estudiar, de ser aquello que todos querían, quería hacerle daño a él por no valorarme, quería subirme el autoestima. Mis planes se torcieron cuando le vi, ahí parado, algo cansado sin darme cuenta de lo que hacía, me estaba mirando. Y cree furor entre la gente, acabé besando labios equivocados por hacerme saber que si quería, podía conseguir algo, cualquier cosa, cualquier persona. Todo cambió cuando me vi sola y la energía se desplomó. Lo único que podía recordar eran esos ojos tan oscuros clavados en mi, la fuerza que desprendían y me percaté de que los quería. Todo había cambiado. Pero no como un niño quiere un juguete nuevo, o cualquier otro aunque este roto porque se lo han quitado. Quería su fuerza, quería esa falsa estabilidad que reflejaba y quería esa energía que transmitía porque al haber estado a su lado pude pensar que la sangre ardía.
Me pasé días buscándole, las redes sociales roban intimidad pero el parecía difícil de encontrar, pregunté y pregunté y ninguna respuesta hayé. Pero le volví a encontrar, en el mismo sitio, la misma sala, la misma oscuridad en otro día en que mi mundo estaba mal, dulces diciocho, ahí estás. Pero el momento fue breve, como siempre, y pasaron los meses y perdí cualquier esperanza de volver a verle. Hasta ahora. Por fin supe su nombre, de donde procedía, que es lo que quería, el motivo de su alegría. Pensé por un momento que el destino existía. Lo cierto es que no me equivoqué. Y ahora le tengo, en mi vida, conmigo, como el amigo que siempre soñé. Podría pasar horas escuchándole hablar, contarme anécdotas únicas que solo podría explicar su ser. Su mente, su lenguaje, es tan fascinante. Ahora, lo único que puedo pensar es que quiero lo mejor para él. Y esta es la hirotia que nunca conté

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